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Mostrando entradas con la etiqueta Desarrollo del Liderazgo. Mostrar todas las entradas
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viernes, 9 de octubre de 2020
sábado, 3 de octubre de 2020
viernes, 25 de septiembre de 2020
miércoles, 23 de septiembre de 2020
lunes, 11 de noviembre de 2019
El peligro del "éxito" en el ministerio
Aunque no lo parezca desde la superficie, el éxito es espiritualmente más peligroso que el fracaso.
El fracaso produce una sensación de necesidad.
Te humilla y te lleva a Dios en busca de ayuda.
Debido a esto, el fracaso a menudo produce cosas buenas espiritualmente.
El peligro del éxito
El éxito nos tienta a tomar crédito por lo que pudimos lograr y pudimos producir.
No se produce cambio.
Eres un instrumento de cambio en manos de Aquel que controla TODO.
El "éxito" en el ministerio nunca es el respaldo de Dios a tu carácter, sino la revelación de Dios de su carácter.
Dios se está dando a conocer mientras bendice el ministerio al que ha llamado a las personas.
Cuando comienzas a verte a ti mismo como el autor del cambio en lugar de ser el instrumento del cambio, comienzas a elevarte por encima de las personas en lugar de pararte junto a ellas.
Con esta mentalidad, se altera la naturaleza de la relación con las personas que se dirige.
Liderazgo orgulloso
El peligro del éxito es el crecimiento del orgullo personal que ensucia el ministerio.
El orgullo te permite hacer cosas que no deberías hacer.
Robar crédito que no nos pertenece legítimamente que a su vez alimenta las críticas de los demás.
Cuanto más confirmes tu propia debilidad, menos podrás condenar la debilidad de los demás.
Cuando sabes que necesitas ayuda, no desprecias a otros que la necesitan.
Cuando afirmas el alcance extraordinario de la paciencia de Dios para ti, es difícil ser impaciente con los demás.
Es importante recordar que cada persona que lideras está en medio de su propio viaje de santificación/crecimiento personal.
Nadie es un producto final.
Todos están en proceso de cambio.
Las personas orgullosas son personas controladoras porque han llegado a confiar en sí mismas más de lo que confían en nadie más.
Son resistentes al ministerio de otros y la confrontación de los demás.
Si tomamos todo el crédito por el "éxito" obtenido, es fácil pensar que hemos alcanzado nuestro máximo potencial y no necesitamos la guía espiritual de nadie más.
Ningún líder se ve a sí mismo con absoluta precisión.
Ningún líder, sin importar cuán "exitoso" sea, está más allá de la necesidad de ser dueño de su debilidad y fracaso.
Cada líder necesita una comunidad de ayuda para ser rodeado/cuidado.
El orgullo te apaga de esa comunidad y te pone en un lugar peligroso.
Los líderes orgullosos se sienten cómodos en la vida aislada.
Se cierran a la comunidad y a la ayuda porque en realidad no creen que lo necesiten.
El fracaso es difícil en cualquier aspecto de la vida, pero particularmente en el ministerio.
Pero el "éxito" tiene el potencial de ponernos en mayor peligro espiritual porque produce orgullo que se interpone en lo que Dios nos ha llamado a hacer.
Adaptado de la Vía de entrenamiento: Discipulado.
Por Paul Tripp
miércoles, 30 de abril de 2014
Desacuerdos Ministeriales
Hubo tal desacuerdo entre ambos, que se separaron el uno del otro;
Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre,
y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor.
Hechos 15.39–40
¿Cómo podemos explicar esto?
Si somos sinceros, la aparente violencia de este incidente nos golpea duro.
No podemos reconciliarlo con la imagen que tenemos de estos dos siervos de Dios.
Permítame compartir con usted algunos pensamientos al respecto:
1-En primer lugar, los que estamos trabajando en equipo con otros, debemos tener presente que donde hay un grupo de personas trabajando en un mismo proyecto, van a surgir diferencias.
-A veces los integrantes del equipo se desaniman por esto.
-Un buen equipo, sin embargo, no es aquel en el cual todos ven las cosas de la misma manera.
-Cuando es así, lo más probable es que el líder se ha rodeado de gente que simplemente aprueba sus propios proyectos. Las diferencias de opinión son una de las preciosas manifestaciones de la diversidad que Dios ha puesto en el cuerpo (1 Co 12).
-El ministerio se enriquece cuando contempla la perspectiva y la contribución de personas que son enteramente diferentes entre ellas.
2-En segundo lugar, las diferencias se tienen que manejar espiritualmente.
-Lo que produce daño al cuerpo es que creamos que nuestras diferencias nos dan licencia para atacar al otro y perpetrar contra su persona toda clase de mal.
-Por más acertada que sea la perspectiva propia, Dios jamás nos da licencia para denigrar y humillar a nuestro prójimo, sea o no de la familia. «Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia.
-Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Ef 4.31–32).
3-En tercer lugar, a veces la única alternativa es la separación.
-No cabe duda de que es una decisión radical para un problema serio.
-Deben agotarse todos los caminos y todos los medios para llegar a un acuerdo.
-No debemos cesar en nuestro intento de conciliar posiciones, vistiéndonos de la bondad de Cristo; él nos manda a que, «con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás» (Flp 2.3–4 - LBLA).
-Habiendo intentado todo esto, sin embargo, a veces la separación es el mejor camino a seguir. Pablo y Bernabé, dos gigantes espirituales, optaron por esta solución.
-Ambos continuaron con ministerios sumamente eficaces.
-¿Siendo nosotros mucho menos que ellos, será realista en nosotros creer que el acuerdo siempre será posible?
Para pensar:
Note que el pasaje no dice que se dividieron; dice que se separaron.
La división produce dos partes debilitadas.
La separación produce dos partes capacitadas para seguir adelante.
La diferencia la hace la actitud.
Cuando los que se separan lo hacen con corazones llenos de amargura, rencor y bronca, puede estar seguro que fue una decisión enteramente carnal.
Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. San José, Costa Rica, Centroamérica: Desarrollo Cristiano Internacional.
jueves, 10 de abril de 2014
La imagen de los pastores en la sociedad (EEUU)
Una minoría de “malos pastores”, generalmente con una
muy incorrecta teología, está influyendo para que la imagen que la sociedad
tiene de los líderes evangélicos en general esté en declive.
Aunque la mayoría de los pastores sirven a sus
congregaciones de forma correcta y entregada, la realidad es que la gente
confía cada vez menos en ellos.
Así concluye un estudio reciente del Instituto de Investigación Pew
Research en Estados Unidos, que encontró que sólo el 37% de las personas tiene
una opinión favorable de los pastores.
Aunque los datos se refieren a la realidad estadounidense, muchos aspectos
similares se pueden ver en la realidad de otros países.
El teólogo Thom Rainer, columnista de la revista
Charisma, destacó 10 posibles razones de por qué ha perdido credibilidad la
labor pastoral:
1. La mala actuación
moral de una minoría de pastores ha recibido una amplia cobertura
mediática, lo que lleva a la gente a generalizar.
Puesto que estos casos
siempre llaman la atención del público en general, mucha gente lo difunde,
dando la impresión de que se trata de un comportamiento habitual de todos los
pastores.
Lo mismo ocurre con
los escándalos financieros.
2. La cultura actual
margina la fe cristiana y tiende cada vez más a hacer aparecer a los
líderes cristianos de forma negativa, como el cristianismo en general.
3. El tiempo en el que se
pastorea una misma iglesia ha disminuido significativamente en las últimas
décadas:
El promedio de que un
líder esté en una misma congregación baja continuamente.
Hay casos en los que
los pastores apenas están al frente de una iglesia por unos pocos meses, cuando
la confianza es algo que se construye durante varios años.
4. Hay una tendencia al
alza de que algunos miembros se crean “dueños de la iglesia”, viendo a la
congregación local como un lugar para satisfacer sus necesidades y deseos
personales, y al verse insatisfechos, el pastor es el culpable.
Esto interrumpe el
progreso del ministerio pastoral y de la obra en su conjunto.
5. Las redes sociales
fomentan la crítica sin responsabilidad:
El uso constante de
las redes sociales ha generado algunos malos hábitos, como la crítica
destructiva y a veces alejada de la realidad, pero que llegan a tener una gran
difusión y consecuencias devastadoras en la pérdida de confianza.
6. Algunos pastores
tienen una ética del trabajo que cae en la pereza, y a pesar de que
muchos pastores se dedican las 24 horas del día al trabajo pastoral, los que
son vagos o irresponsables llevan de nuevo a generalizar.
7. Los pastores son a
menudo los “chivos expiatorios” de los problemas, especialmente si se
intenta realizar algún cambio en la iglesia (“es más fácil cambiar la teología
que la posición de los bancos en el templo”).
Muchos miembros
quieren que sus iglesias se mantengan siempre iguales en medio de un mundo
cambiante.
8. El cinismo y la
desconfianza en general es un fenómeno cada vez más difundido en nuestra
sociedad:
Las razones de este
hecho son muchas, y las congregaciones y sus líderes no son inmunes a este
hecho generalizado y extendido que además no deja de crecer.
9. Hay dos áreas en las
que los pastores fracasan frecuentemente por falta de preparación: la visión
del liderazgo y la inteligencia emocional.
Aunque los pastores de
las iglesias tradicionales se preparan teológicamente bien, la mayoría no
recibe mucho entrenamiento para desarrollar un buen liderazgo y la capacidad de
desarrollar relaciones interpersonales significativas.
10. Por otro lado, las
iglesias no valoran la formación pastoral en estas dos áreas mencionadas y
empujan a menudo a la expectativa de que un pastor debe actuar más bien con
visión “empresarial”:
Líderes competentes y
dinámicos que, en esencia, son más bien administradores y en algunos casos
simples animadores del auditorio que forma la feligresía.
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