El gran predicador galés del siglo veinte llamado D. Martyn Lloyd-Jones dijo que:
“La mayor parte de nuestros problemas se deben a que¿Qué pasa si se nos olvida que “ya no hay ninguna condenación”?
no nos damos cuenta de la verdad que contiene este versículo”.
indignidad.
Por otro lado, vamos a estar mucho menos motivados a vivir una vida santa .
“La diferencia que existe entre un incrédulo que pecay un cristiano que peca es la diferencia que existe entre un hombre quequebranta las leyes de… [el] Estado,y… un esposo [que] ha hecho algo que no debería haber hecho en su relación con su esposa.Éste últimol no está quebrantando la ley,está hiriendo el corazón de su esposa.Esta es la diferencia.Ya no es un asunto legal, sino que tiene que ver con una relación personaly… [con el] amor.El hombre no deja de ser el esposo [legalmente, en ese caso].La ley no tiene nada que ver en el asunto…En un sentido, ahora es algo mucho peor que una condenación legal.Prefiero quebrantar una ley… que herir a alguien a
quien amo… [En ese caso] Has pecado, por supuesto,pero has pecado contra el amor… [así que]Puedes y debes sentirte avergonzado,pero no debes sentirte condenado,porque eso sería volver a colocarte ‘bajo la ley’”.
(a) La ley o los estándares de Dios.(b) Un principio general.(c) Una fuerza o poder.
“Somos liberados de la obediencia a ley como medio de aceptación,pero ahora es obligatoria como medio de santidad.Ya no estamos obligados a cumplir la ley para ser justificados…Pero sí estamos obligados a tenerla como nuestro estándar de conducta,tratando de cumplirla a medida que vivimos según el Espíritu”.
“Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosafijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio,los que viven conforme al Espíritu fijan la menteen los deseos del Espíritu”.
“Tu religión es lo que haces cuando estás a solas”.Dicho de otra manera, aquello que te venga a la mente de forma natural cuando no haya nada más que te distraiga— esa es tu verdadera razón de vivir.
Esa es tu religión.
Tu vida será moldeada por lo que sea que preocupe a tu mente.
La derrota del pecado en nuestras vidas comienza en nuestras mentes; y la única forma de obtener victoria sobre el pecado es fijando nuestras mentes en el Espíritu.
Así que una pelea exitosa contra el pecado comienza por “[fijar] la mente en los deseos del Espíritu” (8:5 ). Esto no es lo mismo que dedicarse a pensar únicamente en la religión o en la teología . Los “deseos” del Espíritu serán esas cosas que el Espíritu nos señale como importantes; “fijar la mente” en el Espíritu sería preocuparse por las cosas que le preocupan al Espíritu.
¿Cuáles son esos deseos? En el resto del capítulo 8, veremos que el Espíritu viene para mostrarnos que somos hijos del Señor. Esto lo exploraremos más a fondo en el siguiente capítulo, pero aquí vale la pena señalar esos “deseos” o verdades en los cuales el Espíritu quiere que nos “fijemos”:
■ El versículo 14 nos dice que “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”.■ Los versículos 15-16 nos dicen que el Espíritu quita el miedo al rechazo y nos asegura que somos los hijos amados de Dios.■ Los versículos 26-27 nos dicen que el Espíritu nos da la confianza para acercarnos a Dios en oración.
Un pasaje paralelo es Colosenses 3:1-4:
A TODO EL MUNDO LE PREOCUPA ALGO
A fin de cuentas, dice Pablo, todos van a “[fijar] la mente” en algo —nos preocuparemos por las cosas del Espíritu o por “la naturaleza pecaminosa” (v 5 ).
“La naturaleza pecaminosa” es la manera en que la NVI traduce la palabra griega sarx —la RVC y LBLA la traducen como “carne”. Se refiere a los deseos y lo que serían los dictados de nuestros sentidos; a una cosmovisión que es terrenal en vez de ser bíblica, y que es egocéntrica en lugar de estar enfocada en Cristo.
Lo que sea que preocupe nuestra mente controlará nuestra vida—y una preocupación resulta en muerte, mientras que la otra resulta en vida y paz (v 6 ).
Evidentemente, alguien que no posea el Espíritu de Dios, es decir, que no sea cristiano (v 9b ), está enfrentando la muerte eterna de la justa condenación de Dios. Pero Pablo aquí no se refiere simplemente, ni siquiera principalmente, a la vida y a la muerte en un sentido futuro. Más bien, se está refiriendo al quebrantamiento y a la sensación de desarraigo que los que “fijan la mente en los
deseos [pecaminosos] de la naturaleza” (v 5 ) experimentan en esta vida. Dios creó a la humanidad para que floreciera al tener una relación con Él, para que disfrutáramos conocerle mientras vivimos en Su mundo. Así que estar controlados por nuestros propios deseos, en vez de por los Suyos, solo puede conducir a una vida muy inferior a lo que se supone que debería ser. Esto conduce al conflicto (internamente y con los demás) en vez de a la paz, a la esclavitud en vez de a la libertad (ver Romanos 6), y a la muerte en vez de a la vida.
Podemos tomar cualquier emoción negativa y ver cómo esto funciona.
Preocuparse demasiado es olvidar “los deseos del Espíritu”.
Otro ejemplo es cuando somos movidos por la culpa y por un sentido de indignidad. Una señal de esto es cuando nos involucramos en demasiadas cosas, cuando asumimos un número aplastante de responsabilidades porque estamos tratando de “saldar” o “compensar” nuestro pecado. En este caso, también se nos están olvidando los “deseos del Espíritu”. 1 Juan 3:20 dice que “aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón”. Cuando nos sintamos indignos, debemos recordar que somos hijos adoptados, y que hay una autoridad que es superior a la de nuestros corazones.
Romanos 8:7 es claro y sencillo:
Esa enemistad nos hace incapaces de agradar a Dios. El versículo 8 es una declaración igualmente contundente:
Aquí tienes una ilustración para que lo entiendas mejor: un hombre en una guerrilla puede estar protegiendo a sus compañeros, puede mantener su uniforme en buen estado, y así sucesivamente. Esas cosas son “buenas”, pero las hace porque está enemistado con el gobernante legal. ¡Nunca esperarías que ese gobernante estuviera complacido al escuchar de la escrupulosidad o de la valentía
de este rebelde!
Y ahora, dice Pablo, no solo se trata de que nuestros espíritus/mentes no sigan a nuestra carne, sino que tenemos la certeza de que llegará el día en que nuestra carne seguirá a nuestro espíritu. En el pensamiento griego, lo físico era malo, había que rechazarlo, pues algún día quedaría en el olvido; lo espiritual era bueno, había que procurarlo. El versículo 11 anula todo esto: “… el mismo que levantó a
Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de Su Espíritu, que vive en ustedes”. Algún día, el Espíritu hará que incluso nuestros cuerpos sean totalmente renovados y vivan por la eternidad. Aquí no hay un dualismo (cuerpo malo, espíritu bueno)—un día, ambos serán Perfeccionados.
Sin embargo, por ahora, seguimos teniendo una naturaleza pecaminosa que se opone a nuestro crecimiento espiritual. Mientras esperamos que a nuestros cuerpos se les dé vida (v 11 ), debemos “[darle] muerte a los malos hábitos del cuerpo” (v 13 —es mejor ver el final de este versículo como el final de una oración, a diferencia de como lo pone la NVI). Tal como argumenta John Stott, es probable que Pablo se siga refiriendo a una experiencia de vida, y muerte, en el presente—no en el futuro. Es como si Pablo estuviera diciendo: Si no le haces caso a tu naturaleza pecaminosa—si la dejas prosperar y crecer—sufrirás las terribles consecuencias. En lugar de esto, debes atacarla y darle muerte por
medio del Espíritu. Mientras más le des muerte a la naturaleza pecaminosa, más vas a disfrutar de la vida espiritual que da el Espíritu Santo—vida y paz (v 6 ).
Este proceso de “dar muerte” es lo que los teólogos de antaño solían llamar “mortificación”. Sacaron la palabra de una antigua traducción del versículo 13 :
En primer lugar , implica una resistencia insistente y de todo corazón a la práctica pecaminosa. La misma palabra que se traduce como “dar muerte” (la palabra griega thanatoute ) es violenta y total. Quiere decir rechazar de manera completa todo lo que sepamos que está mal; declararle la guerra a las actitudes y a los comportamientos que estén mal —no dar cuartel, hacer todo lo que se pueda
para lograr que algo tenga éxito.
Esto significa que un cristiano no juega con el pecado. No te propones alejarte poco a poco , ni dices: Yo puedo mantenerlo bajo control . Te alejas del pecado tanto como sea posible. No solo evitas las cosas que sabes que son pecado; evitas las cosas que te llevan al pecado, e incluso las cosas que son dudosas.
En segundo lugar , significa que cuando el cristiano se acuerda de aplicar el evangelio , su motivación cambia. Este proceso de “mortificación” va más allá de meramente resistirse al comportamiento pecaminoso. Es uno que examina la motivación del corazón. El versículo 12 dice:
Pablo está diciendo que el pecado solo se puede cortar de raíz si nos exponemos constantemente al inimaginable amor de Cristo por nosotros. Esa exposición nos mueve a la gratitud y a un sentimiento de deuda hacia Él. Cuando el terreno de nuestro corazón es uno de autocompasión y creemos que otros nos
deben, el pecado crecerá . ¡No estoy recibiendo un trato justo! ¡Mis necesidades no se están satisfaciendo! ¡He tenido una vida difícil! ¡Dios me debe; la gente me debe; yo me debo ! Esa es la actitud de un corazón autocompasivo. Pero, dice Pablo, debes recordarte a ti mismo que eres un deudor. Si te esfuerzas por recordar continuamente la gracia de Dios, eso debilitará y matará el pecado en tu
corazón, de donde salen todos tus deseos y motivaciones.
Por lo tanto, ese “[dar] muerte” (v 13 ) es parte de “[fijar] la mente en los deseos del Espíritu” (v 5 ). La mortificación debilita el poder que el pecado tiene sobre ti, pues al enfocarte en la redención de Cristo tu corazón reboza de gratitud y amor; esto te lleva a odiar el pecado en sí mismo, y así va perdiendo el poder de atracción que tiene sobre ti.
Esto quiere decir que si tomamos en serio esto de mortificar los delitos del cuerpo (¡y los versículos 6 y 13 deben ser motivación suficiente para tomar esto en serio!), tenemos que estar predicándonos mini sermones centrados en la gracia a lo largo de nuestro día, y sobre todo cuando seamos tentados.
Recuerda, tu vida es una expresión de tu mente (v 5 ).
“¿Qué he hecho?¿Qué amor, qué misericordia, qué sangre,qué gracia he despreciado y he pisoteado?¿Así es como le pago al Padre por Su amor,al Hijo por Su sangre, al Espíritu Santo por Su gracia?¿Así le correspondo al Señor?¿He ensuciado el corazón que Cristo lavó en Su muerte?...¿Qué le puedo decir a mi amado Señor Jesús?...¿Tengo en tan poco valor la comunión con Él?...¿He de procurar decepcionar el propósito de la muerte de Cristo?”.
(John Owen, Sobre la mortificación del pecado en los creyentes)
Si queremos entender lo que significa ser cristiano, y por qué ser un cristiano es un privilegio, tenemos que valorar la adopción divina. Tenemos que comenzar a captar la magnitud de las declaraciones que Pablo hace de que
“La noción de que somos hijos de Dios, Sus propios hijos…es la esencia de la vida cristiana…Nuestra filiación divina es la cima de la creacióny la meta de la redención”.
( Sinclair Ferguson, Hijos del Dios vivo , pp. 5-6)
Él entonces adoptaba a alguien como su heredero—podía ser un niño, un joven o un adulto. Inmediatamente ocurría la adopción, varias cosas pasaban a ser ciertas acerca del nuevo hijo. En primer lugar, sus antiguas deudas y sus obligaciones legales se liquidaban; en segundo lugar, tenía un nuevo nombre e instantáneamente pasaba a ser el heredero de todo lo que el padre tenía; en tercer lugar, su nuevo padre se hacía responsable de todas sus acciones (sus deudas, crímenes, etc.); pero, en cuarto lugar, el nuevo hijo también tenía nuevas obligaciones para honrar y agradar a su padre. Este pasaje está tomando todo esto en cuenta.
A lo largo de este pasaje, a los cristianos se les llama “hijos” (huioi , hijos varones) de Dios (v 14, 15, 19) y tres veces se les llama “hijitos” (teknon , hijos e hijas) de Dios (v 16, 17, 21 ). Es cierto que en Roma la “filiación” era un estatus de privilegio y poder que solo se le otorgaba a los varones. Sin embargo, ahora Pablo tiene la osadía de aplicarla a nosotros—¡a todos los creyentes!
mujeres, son Sus herederos. Se consideraba subversivo que Pablo tomara una institución que era exclusiva para los varones y mostrara que, en Cristo, el empoderamiento por medio de la adopción aplicaba indistintamente para mujeres y varones. Las mujeres cristianas no deben resentir que se les llame “hijos”, de la misma manera que los hombres cristianos no deben resentir que se les llame
parte de la novia de Cristo (Ap 21:2). Todos los cristianos son hijos y todos son la novia—¡Dios es imparcial en Su uso de las metáforas ! Y cada metáfora nos dice algo acerca de nuestra relación con Cristo.
QUIENES SON LOS HIJOS DE DIOS
¿Qué nos hace hijos de Dios? Romanos 8:14 nos lo dice claramente: tener el Espíritu de Dios. “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”.
es adoptado por el Padre, y a ninguno que haya sido adoptado por el Padre le faltará la presencia ni la guía del Espíritu Santo.
Muchos quieren pensar que ser “guiados por el Espíritu” tiene que ver con que el Espíritu nos ayude a tomar decisiones —que nos guíe para escoger el mejor cónyuge, el mejor trabajo, el mejor lugar para vivir, etc. Pero esto pasa por alto la fuerte conexión que hay entre el versículo 14 y el versículo 13. La traducción de la NVI muestra que el versículo 14 es una continuación de una oración que comienza en el versículo 13. En el griego, el versículo 14 es una nueva oración que comienza con la palabra gar (“porque”), vinculando lo que Pablo está por decir con lo que acaba de decir. En el versículo 13 él dice que con el Espíritu realmente podemos triunfar sobre el pecado que hay en nuestro interior. Después explica por qué este gran poder—el poder sobre el pecado—está disponible para nosotros.
El versículo 14 lo dice claramente: si el Espíritu de Dios no ha entrado en ti, no eres hijo de Dios, y tampoco le perteneces a Cristo (v 9). Esto es útil, ya que nos recuerda que la “ecuación” también funciona al revés —si eres de Cristo, por fe, entonces eres un hijo de Dios y tienes Su Espíritu. Las tres son inseparables — o todas son ciertas, o ninguna lo es.
El versículo 15 recalca esta verdad—los cristianos son personas que han recibido “el Espíritu que los adopta como hijos”. La palabra griega utilizada aquí es huiothesias , que literalmente quiere decir “hacer hijo”, y por eso se puede traducir como “adoptar”.
En primer lugar , La imagen de la “adopción” nos dice que nadie nace teniendo una verdadera relación con Dios. El hecho de que recibimos nuestro estatus de hijos adoptados prueba que hubo un tiempo en el que estábamos perdidos; no éramos hijos de Dios por naturaleza. Esto quiere decir que esta relación Padre-hijo con Dios no es automática. Nacemos como huérfanos y esclavos espirituales.
En segundo lugar , la imagen de la “adopción” nos dice que nuestra relación con Dios se basa completamente en un acto legal por parte del Padre. No te “ganas” un padre ni “tramitas” tu adopción. La adopción es un acto legal que hace el padre—es muy costoso, pero solo para él. No hay nada que el hijo pueda hacer para ganar u obtener su estatus. Simplemente lo recibe.
Es importante ver la claridad de esta enseñanza, pues hoy en día es común escuchar a la gente decir que “todos los seres humanos son hijos de Dios” porque Dios los creó a todos. Es cierto que en Hechos 17:29 (RVC ) Pablo llama a todos los seres humanos “linaje” de Dios. Pero la palabra griega es genos , que simplemente quiere decir “descendientes”. En este sentido podríamos llamar a Henry Ford el “padre” del automóvil Modelo T. Pero la Biblia es enfática en reservarse toda la riqueza del término “hijos de Dios” exclusivamente para los que han recibido a Cristo como Salvador y Señor: “Mas a cuantos lo recibieron , a los que creen en Su nombre, les dio el derecho de ser hijos [tekna ] de Dios” (Jn 1:12). La filiación se le da a los que lo reciben a Él. Nadie la tiene de manera natural—excepto Jesucristo.
LOS PRIVILEGIOS DE LA ADOPCION
Ahora bien, en Romanos 8:15-17 , Pablo expone siete privilegios asombrosos que todo creyente posee como hijo adoptado de Dios. Cada uno de estos privilegios es maravilloso y bien vale la pena hacer una pausa para meditar en ellos y disfrutarlos. Por ahora, veamos los primeros cuatro (v 15-16 ).
■Seguridad . No debemos tenerle miedo a nuestro Padre, sino disfrutar de nuestra relación con Él (ver v 15a ). Un empleado o un siervo obedecen motivados básicamente por el miedo al castigo, a la pérdida de su empleo, etc. Pero una relación padre-hijo no se caracteriza por el temor a perder esa relación.
■Autoridad . Nuestro estatus no es el de “esclavos” sino el de “hijos adoptados” (v 15a ). En una casa, los esclavos no tienen autoridad. Solo pueden hacer lo que se les dice que hagan. Pero bajo sus padres, los hijos sí tienen autoridad en la casa—no son meros siervos. A los hijos de Dios se les da autoridad sobre el pecado y sobre el diablo. Deben vivir en el mundo sabiendo que este le pertenece a su Padre. Debe haber una confianza y un aplomo en ellos. Los hijos tienen el honor de llevar el nombre de la familia.Nuestro estatus ha cambiado, y eso es maravilloso.
Vale la pena citar aquí a Martyn Lloyd-Jones:
“‘Abba’ [era una] palabra que los niñitos podían balbucear.Fijémonos en la palabra ‘clamar’… clamamos ‘Abba, Padre’.Es una palabra muy fuerte, y es evidenteque el apóstol la usó muy intencionalmente.Significa ‘un grito fuerte’… expresa una emoción profunda.¿Qué, entonces, implica la misma?Obviamente… un verdadero conocimiento de Dios.Dios ya no es un Dios distante para nosotros.Ya no se trata de un Dios en quien creemos solode forma intelectual, teológica, teórica, doctrinal .Todo esto es imposible para alguien que no es hijo de Dios.[Nuestra] adoración y oración son espontáneas;es la espontaneidad de un hijo que ve a su padre…y no solo espontaneidad, sino confianza”.
(Romanos 8:5-17 , pp. 240-242)
■La herencia .
Esta era la manera en que una gran familia mantenía su influencia intacta, no se dividía ni se disipaba. (La referencia que hace Pablo no se debe leer como una recomendación o un rechazo de esta práctica.
“… nuestros padres humanos nos disciplinaban…
Dios obra en nosotros y a través de nuestras circunstancias para que seamos “transformados según la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (v 29). Aunque somos adoptados, Dios implanta en nosotros la naturaleza de Cristo. Como hijos de Dios, llegamos a parecernos al Hijo de Dios. Al imitarle en Su sufrimiento, nos volvemos cada vez más parecidos al Hijo, y a nuestro Padre, en nuestros caracteres y actitudes. Por eso el cristiano ve la persecución y la considera un privilegio (mira, por ejemplo, Hechos 5:41; 1 Pedro 4:13, 16).
Todos estos privilegios muestran a lo que Pablo se refiere cuando habla delN“espíritu que de nuevo los esclavice al miedo” que “ustedes no recibieron”, y del “Espíritu que los adopta como hijos” que sí hemos recibido (Ro 8:15 ). Está diciendo algo muy importante acerca de las dos formas en que podemos vivir como cristianos: como un esclavo, o como un hijo. Es posible, aun después de haber confiado en Cristo para que nos hiciera justos, que volvamos a tener el espíritu de un esclavo—es decir, volver a actuar como si nuestra aceptación se basara en nuestro desempeño, como si la bendición de Dios se mantuviera o aumentara por nuestro trabajo.
En la parábola del hijo pródigo (Lc 15:11-32), el hijo más joven rechaza a su familia y se marcha para malgastar toda su herencia viviendo una vida desenfrenada. Después vuelve en sí—se da cuenta de su pecado. Él toma la decisión de regresar a casa, pero ya no se considera digno de ser llamado hijo de
su padre. Lo único que él espera es que al menos lo reciban como un siervo contratado (Lc 15:19). Ahora bien, es natural que las personas que se acercan a Dios —incluyendo los cristianos profesos — crean básicamente lo mismo.
Así que lo que Pablo está diciéndonos es que el Espíritu Santo nos capacita para acercarnos a Dios sabiendo que Él es nuestro Padre, no nuestro jefe ni nuestro capataz. En nuestro estado natural, solo podemos acercarnos a Él con un espíritu de miedo, evaluando nuestro desempeño a la luz de Sus estándares. Pero el Espíritu Santo elimina completamente esta mentalidad. Él trae a nuestros corazones la más profunda seguridad espiritual y emocional—la certeza de que nos podemos acercar a Dios como Sus hijos amados. Es “por el Espíritu” que clamamos “Abba” (Ro 8:15 ).
Aquí vemos la diferencia que existe entre el espíritu de esclavitud y el espíritu de adopción:
la pena .
No queda completamente claro lo que él quiere decir con “la revelación de los hijos de Dios”,
pero debe significar que nuestra filiación será revelada y reconocida públicamente; y es probable que también signifique que finalmente seremos completamente
Y esta es la razón por la que aún no disfrutamos de esta gloria.
Por ahora, sin embargo, la creación sufre “la corrupción que la esclaviza” (Ro 8:21 ). Está atrapada en un ciclo continuo de muerte y descomposición. Es maravilloso ver cómo la cualidad vivificadora de la naturaleza está tratando continuamente de restablecerse, produciendo nueva vida de la muerte (ej.: las
flores crecen por el abono, el cual está hecho de organismos muertos). Pero todo el universo se está deteriorando y desgastando, perdiendo más energía de la que puede generar. Todo en la naturaleza se desgasta y muere. Y esa misma naturaleza también es asesina.
Y así, la naturaleza es un reino de dolor y sufrimiento.
se trate solo del dolor de saber que esa experiencia no durará.
Pero nada de esto tiene la última palabra .
tienen ahora , ¡nuestra mente no es capaz de imaginar cómo será este mundo cuando sea liberado!
Este es el futuro—pleno, renovador, gozoso—que la creación puede anhelar porque es el futuro que los hijos de Dios están anhelando . Esta es la respuesta que Pablo da a la pregunta sobre si nuestra gloria futura hace que valga la pena soportar nuestros sufrimientos actuales. Pablo dice que hasta la creación nos insta a decir: ¡Sí! .
El dolor actual y la gloria futura explican por qué como cristianos “gemimos en nuestro interior” incluso mientras “[aguardamos] ansiosamente” (Ro 8:23 LBLA) —
tal como lo hacen la creación y la mujer mientras da a luz.
tienen. Nosotros “tenemos las primicias del Espíritu”. Las primicias de una cosecha entrante eran, literalmente, el primer lote —y eran un anticipo de lo que estaba por venir. Actualmente, el Espíritu nos está vivificando internamente (v 10); poco a poco nos está dando una libertad interna de los efectos del pecado y de la muerte, lentamente haciéndonos más como Cristo (v 29). Pero esto es solo las primicias—solo una degustación de la libertad total y completa que el Espíritu Santo un día nos va a dar de los efectos del pecado y de la muerte en nuestros cuerpos y espíritus. Esto solo sucederá cuando tengamos lo que actualmente no tenemos y que aguardamos con ansiedad: “… nuestra adopción como hijos, es
decir, la redención de nuestro cuerpo” (v 23 ). ¡¿Cómo puede Pablo decirnos que esperemos, cuando en el versículo 15 dijo que ya hemos sido adoptados?! Esto quiere decir que aunque hemos sido adoptados legalmente, aún no hemos recibido la plenitud del parecido familiar ni disfrutado la celebración final de
nuestro estatus. Ya hemos sido adoptados, y pronto disfrutaremos completamente de todos los beneficios de ser miembros de Su familia.
A veces nos damos cuenta que hay áreas en las que hemos crecido en nuestra semejanza a Cristo; tal vez nos damos cuenta de una forma en la que somos menos imperfectos de lo que éramos, o más amorosos de lo que solíamos ser, o actuamos de una manera más piadosa de lo que acostumbrábamos. En esos momentos, debemos recordar que el dolor, tanto por ser parte de la familia de Cristo en un mundo de frustración y rechazo, como por el proceso de ser transformados a la imagen del Hijo, no se puede comparar con la gloria que estamos aguardando. Sabemos que aún no somos lo que un día seremos, que aún no tenemos todo lo que un día tendremos (v 24 ). Sabemos que todos nuestros mejores días están por venir, y que llegará el día en que todos nuestros días dolorosos habrán quedado atrás . Aguardamos con ansiedad y, sin embargo, también pacientemente (v 25 ), sabiendo que el dolor pasará, y que esta vida no es todo lo que hay.
Esperamos el día en que, tal como dice C. S. Lewis:
““[Dios] convertirá al más débil y al más sucio de nosotros en…[una] criatura deslumbrante, radiante, inmortal, palpitando con tal energíay alegría y sabiduría y amor como no podemos imaginarlo ahora;un espejo brillante y sin mancha que refleja perfectamente a Dios(aunque, por supuesto, en una escala menor),Su infinito poder, deleite y bondad.El proceso será largo y a veces muy doloroso;pero eso es lo que nos espera.
Nada menos”.
(Mero Cristianismo , pp. 174-175