Eterno
y Perfecto
Hebreos 5.1–6
1 Todo sumo sacerdote es un hombre escogido para representar a otras personas en su trato con Dios. Él presenta a Dios las ofrendas de esas personas y ofrece sacrificios por los pecados. 2 Y puede tratar con paciencia a los ignorantes y descarriados, porque él también está sujeto a las mismas debilidades. 3 Por esa razón, debe ofrecer sacrificios tanto por sus propios pecados como por los del pueblo.
1 Todo sumo sacerdote es un hombre escogido para representar a otras personas en su trato con Dios. Él presenta a Dios las ofrendas de esas personas y ofrece sacrificios por los pecados. 2 Y puede tratar con paciencia a los ignorantes y descarriados, porque él también está sujeto a las mismas debilidades. 3 Por esa razón, debe ofrecer sacrificios tanto por sus propios pecados como por los del pueblo.
4 Y nadie puede llegar a ser sumo sacerdote
sólo porque desee tener ese honor.
Tiene que ser llamado por Dios para
ese trabajo, como sucedió con Aarón.
5 Por eso, Cristo
no se honró a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote,
sino
que fue elegido por Dios, quien le dijo:
«Tú
eres mi Hijo.
Hoy
he llegado a ser tu padre».
6 Y en otro pasaje
Dios le dijo:
«Tú eres sacerdote PARA SIEMPRE,
según el
orden de Melquisedec».
Hebreos 5.8–10
Aunque
era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió.
9 De ese modo,
Dios lo hizo apto para ser el SUMO
SACERDOTE PERFECTO,
y
Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen.
10 Y Dios lo designó Sumo Sacerdote según el
orden de Melquisedec.
Hebreos 10:11–14
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día
ministrando
y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios,
que NUNCA
PUEDEN quitar los pecados;
12pero Cristo,
habiendo ofrecido UNA VEZ PARA SIEMPRE
un solo sacrificio por los pecados,
se ha sentado a la diestra de Dios,
13de ahí en adelante esperando
hasta que sus enemigos
sean puestos por estrado de sus pies;
14porque con una sola ofrenda
hizo perfectos para
siempre a los santificados
Hebreos 4.14–16
que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios,
aferrémonos a lo que creemos.
15 Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras
debilidades,
porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que
enfrentamos nosotros,
sin embargo él nunca pecó.
16 Así que acerquémonos con toda confianza al trono de
la gracia de nuestro Dios.
Allí recibiremos
su misericordia
y encontraremos la gracia
que nos ayudará
cuando más la necesitemos.