Experimentar una depresión puede devastarte y
desorientarte. Te sientes terrible y no sabes por qué. O tal vez sabes por qué,
pero no importa lo que hagas o lo mucho que lo intentes, no puedes superar tu
dolor y desesperación.
En estas situaciones es bueno comunicarse con
un pastor, médico, o consejero. Y aunque la Biblia no sustituye la ayuda
médica, sí habla sobre estos problemas, y las personas que sufren pueden
beneficiarse de su sabiduría.
Aquí hay cinco verdades bíblicas en las que
puedes enfocarte en tiempos difíciles
1) Mira
Presta atención a las personas a tu alrededor
que intentan ayudarte. No subestimes la providencia del Señor a través de
aquellos que Él pone en tu vida en el momento de tu depresión. Considera los siguientes
proverbios:
“En todo tiempo ama el amigo, y el hermano
nace para tiempo de angustia”, Proverbios 17:17.
“No abandones a tu amigo ni al amigo de tu
padre, ni vayas a la casa de tu hermano el día de tu infortunio. Mejor es un
vecino cerca que un hermano lejos” Proverbios 27:10.
Aquí vemos el valor de tener familiares y
amigos que sean leales y cercanos. Entonces pregúntate a ti mismo:
¿Quién me vigila constantemente?
¿Quién parece estar disponible para hablar y
pasar tiempo conmigo?
¿Quién sigue haciendo todo lo posible para
hacerme sentir importante y amado?
Quienquiera que sea, no pases por alto ni
subestimes la provisión de Dios para ti a través de ellos.
2) Limita
Descubre tus limitaciones físicas, sociales, y
emocionales, y acéptelas humildemente bajo el control soberano de Dios.
No es raro que las tareas que alguna vez
parecían simples se vuelvan difíciles cuando se está deprimido. Puede ser
difícil comer bien, hacer ejercicio, o dormir bien. Puede ser útil, entonces,
hacer algunos ajustes en tu estilo de vida para enfrentar cada día. Podrías
reducir las responsabilidades adicionales en el trabajo, o decir “no por ahora”
a nuevos compromisos. Incluso uno de los compañeros de viaje y ministerio de
Pablo, Trófimo, enfrentó una enfermedad que le obligó a dejar de lado los
viajes ministeriales durante una temporada (2 Ti. 4:20). Ir a tiempo parcial,
cambiar de carrera, tomar vacaciones o un sabático pueden ser pasos razonables
hacia la recuperación.
3) Lamenta
Está bien llorar, llorar, y llorar. Algunos se
sienten culpables por sentirse tristes. Sin embargo, la tristeza o el dolor no
son sentimientos que debamos reprimir. La tristeza es una de las expresiones
más claras de nuestra humanidad. De hecho, muchos de nosotros no nos lamentamos
lo suficiente por las cosas que Dios espera que nos lamentemos. Cosas como:
Nuestro propio pecado contra Dios y otros
(Sal. 31:9–10; Lam. 1; Esd. 10:1; Mt. 26:75; 2 Co. 2:5–7; 7:10–11; Ef. 4:30;
Stg. 4:9).
Ver personas rebelarse contra la Palabra de
Dios (Sal. 119:136).
Anhelar que los pecadores se vuelvan a Cristo
para salvación (Lc. 19:41–42; Ro. 9:1–3).
Separarse de amigos cercanos (Hch. 20:36–38;
Fil. 2:26; 2 Tim. 1:4).
Experimentar la muerte de seres queridos (Nm.
20:29; Dt. 34:8; Jn. 11; 1 Ts. 4:13).
Anhelar que los creyentes más jóvenes sean
hechos como Cristo (Gál. 4:19).
Y a veces nos sentimos deprimidos por razones
que no podemos entender, lo que puede ser extremadamente frustrante. No importa
cuál sea la razón, cuando experimentes una nube de depresión, trae tu dolor y
gritos de ayuda a Dios en oración (Sal. 42; 88). Él ve todo lo que estás
pasando (Sal. 139) y conoce tu débil ser (Sal. 103:14). Cualquiera sea la causa
de tu melancolía, debes saber que el Señor es compasivo al oír tu clamor. Él
está “cerca de los quebrantados de corazón” (Sal. 34:18).
4) Ríe
La depresión no es nada de qué reírse, y
aquellos que ministran a los espíritus abatidos nunca deberían burlarse de
ello.
Toma nota de todo lo que te brinde alegría y
aligere tu estado de ánimo.
La depresión no es nada de qué reírse, y
aquellos que ministran a los espíritus abatidos nunca deberían burlarse de
ello. Incluso cantar cantos alegres en el momento equivocado puede empeorar un
alma desanimada (Pr. 25:20). Y sin embargo, una de las formas más prácticas y
beneficiosas en que Dios puede levantar un alma cansada es al comunicarte con
personas con las que disfrutas estar. Como dice Proverbios 17:22: “El corazón
alegre es buena medicina”. Siempre que sea posible, disfrutar de los buenos
regalos de la mano de Dios en compañía de amigos queridos puede alegrar
nuestros espíritus y traer gloria a Dios (Ecl. 2:24–26; Stg. 1:17; 1 Ti. 4:4–5;
6:17).
5) Ama
El amor de Dios llega a tu oscuridad y te
encuentra donde estás.
Una de las frases más difíciles de aceptar y
creer en una temporada de depresión es: “Dios te ama”. Tus pensamientos parecen
decirte lo contrario. Pensamientos como:
“Dios me ha abandonado”.
“Dios me ama pero probablemente no le caigo
bien”.
“Dios no puede usarme ahora para el avance del
evangelio y el reino”.
Amado, si ese eres tú, ¡no hay otro lugar al
que puedas ir para recibir verdadera y duradera alegría y esperanza fuera del
evangelio de Jesucristo! El evangelio es la buena noticia de que Dios entra en
nuestra oscuridad al tomar forma humana y habitar entre nosotros. Se trata de
cómo el eterno Hijo de Dios vino a revelarse como la vida y la luz del mundo
(Jn. 1:4–5, 9; 8:12; 9:5; 14:6). Jesús es el gran médico en el cual los
pecadores pueden encontrar sanidad y descanso, principalmente para sus almas
(Mt. 9:12; 11:28-30; 1 Pe. 2:24-25).
Así que estudia el evangelio. Medita en ello.
Predícaselo a tu alma. Y entiende que incluso en las profundidades de tu
depresión, el amor de Dios permanece.
Una "aprieto" útil
La depresión nos hace sentir la debilidad de
nuestra humanidad, pero no disminuye el poder de Dios.
Charles Spurgeon reflexionó una vez: “Cientos
de veces he podido hablar de ese "aprieto" útil a los hermanos y hermanas que se han
encontrado en esa misma condición, un aprieto del que nunca podría haber hablado si no
hubiera experimentado ese profundo desaliento”.
Spurgeon e innumerables creyentes a lo largo
de la historia han visto cómo Dios usa sus luchas viciosas con la depresión
para ministrar a otros que están bajo esa misma nube oscura. La depresión tiene
una forma peculiar de hacer que las personas se sientan solas, temerosas,
inútiles y, muchas veces, sin esperanza. Pero si miras a Cristo y escuchas las
promesas de Dios, tu fe y esperanza se fortalecerán mientras esperas en Él. Y
si te apoyas en el amor y el cuidado de otros que están tratando de ayudarte,
el Señor hará su plan soberano para Su gloria y tu bien, incluso a través de la
desconcertante prueba de la depresión.
La depresión nos hace sentir la debilidad de
nuestra humanidad, pero no disminuye el poder de Dios. Y como compañero de
lucha, tú puedes ser un canal de bendición único para aquellos en el mismo
peregrinaje.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL
COALITION. TRADUCIDO POR EQUIPO COALICIÓN.
Blake Boylston es pastor asistente en la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, D.C.
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