«Ahora pues, ninguna condenación hay
para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, mas conforme al espíritu.»
Las versiones Hispanoamericana y Moderna, siguiendo mejores textos, directamente del hebreo suprimen
Por el testimonio de dichos textos, parece ser que algún copista equivocadamente dejó pasar su ojo al final del versículo 4, donde la frase está en su sitio, y la metió indebidamente al final de la gran declaración del versículo 1.
Aquí el texto correcto nos ayuda a comprender la doctrina del pasaje,
«los que no andan, etc.».
Por el testimonio de dichos textos, parece ser que algún copista equivocadamente dejó pasar su ojo al final del versículo 4, donde la frase está en su sitio, y la metió indebidamente al final de la gran declaración del versículo 1.
Aquí el texto correcto nos ayuda a comprender la doctrina del pasaje,
pues nuestra libertad de la condenación surge de nuestra posición en Cristo,
y NO de nuestro andar,
mientras que la manifestación de la justicia de Dios en la vida del creyente,
que es el tema del versículo 4, sí que depende de que
andemos conforme al Espíritu y no conforme a la carne.
Rom 8:1 NO hay pues ahora condenación alguna para los que están en Cristo Jesús.
2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús
me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
3 Pues lo que no pudo la ley, según estaba debilitada
por medio de la carne, lo hizo Dios,
el cual, envió a su Hijo en semejanza de nuestra carne pecaminosa,
y como ofrenda por el pecado,
condenó el pecado en la carne de Él:
Rom 8:4 para que la justicia que requiere la ley
fuese cumplida en nosotros,
los que no andamos según la carne,
sino según el espíritu.
La versión Textual lo pone de esta manera ...
Ahora, pues, ninguna condenación hay
para los que están en Cristo Jesús,
2 porque la ley del Espíritu° de vida en Cristo Jesús
te ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
3 Porque lo que no pudo hacer la Ley,
ya que era débil por causa de la carne,
lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de nuestra carne pecaminosa,
y por el pecado, condenó al pecado en la carne,
4 para que la exigencia de la Ley fuera cumplida en nosotros,
que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al espíritu.
La Biblia Textual, Segunda Edición (1999) Ro 8:1-4.
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