martes, 26 de febrero de 2013

Concepto de instituto bíblico




En 1780 sugió la Escuela Dominical en Gloucester, Inglaterra; su fundador fue Robert Raike. Inicialmente, fue diseñada para enseñar a leer y a escribir a niños de condición socio-económica deplorable que tenían problemas de analfabetismo. 



Es decir, la enseñanza religiosa ocurría en manera paralela a su objetivo primario, la enseñanza de lectura y escritura. Sin embargo, este movimiento encontró muchas resistencias, incluso persecusiones. 

En los últimos años del siglo 18 y en las primeras décadas del 19, la Escuela Dominical se asentó en la forma como la conocemos hoy. En 1857, Los Bautistas del Sur de los Estados Unidos la incorporaron oficialmente en su programa eclesiástico. En 1872, luego de la Quinta Convención de Escuelas Dominicales realizada en los Estados Unidos, es consolidada de manera internacional.

En términos generales, se considera a la Escuela Dominical como la agencia de la iglesia que se reúne regularmente para servir a personas de todas las edades y cumplir cinco funciones principales:
1.      enseñanza de la Biblia,
2.      comunión entre los participantes,
3.      promoción de la iglesia,
4.      entrenamiento de los miembros,
5.      y evangelismo.

El instituto bíblico, no busca suprimir a la Escuela Dominical (adultos), sino ayudar a una mejor formación del miembro de la iglesia local llamado a servir.

El instituto bíblico es un lugar. Esto significa que es un espacio con un objetivo específico: el de hacer teología. Si teología es “la reflexión participativa, por parte del cristiano, de los hechos de Dios en su creación y especialmente en la obra de Jesucristo”, el quehacer teológico, bajo la forma de un instituto bíblico dentro de una iglesia local, se desglosará con el siguiente perfil:
1.      en el nombre de Dios,
2.      en comunión con el Espíritu Santo,
3.      dentro de la visión de la iglesia,
4.      compartiendo información de la vida cristiana,
5.      con testimonio de los testigos de Dios,
6.      edificándose mutuamente,
7.      alimentándose mutuamente,
8.      con reconocimiento de las funciones del Cuerpo de Cristo dentro de la iglesia,
9.      así como en la comunidad fuera de la iglesia,
10.  y buscando en todo agradar a Dios.

1-Un lugar para reunirse en el nombre de Dios
“En el nombre de Dios y por lo tanto para su gloria” expresa la razón para realizar todas las actividades que pudieran darse dentro del instituto. 

Es Dios quien produce esta experiencia, dentro de la gran experiencia de la iglesia y sus ministerios. Es en Su nombre que todos los participantes del instituto se reúnen, porque tienen sed del conocimiento de Su Señor. 

Cualquier otro motivo deberá ser santificado y reorientado en el nombre de Dios, puesto que éste es el único motivo rector de la existencia del instituto bíblico. Porque Dios es quien pone “el querer como el hacer” (Filipenses 2:13), es de esperarse que todos los aspectos del instituto, su existencia y funcionamiento, sean de acuerdo a la buena voluntad de Dios. 

Esto implica incluso que no debe haber lugar para murmuraciones y contiendas. Por el contrario, debe manifestar a la iglesia, la comunidad de creyentes que el Señor llama a actuar como “lumbreras en el mundo”.

2-Un lugar para tener comunión con el Espíritu
Conforme la promesa del Señor Jesucristo, gozamos de la ministración del Espíritu Santo. ¡Qué mejor maestro podríamos tener que Dios mismo entre nosotros! 

Esta presencia divina, prometida y proclamada en palabra y hecho a través de los siglos, es el maestro rector de todo lo que se haga, en otras palabras, produce que todo se realice en su presencia y con su asistencia y guía. 

Esta situación no es idealista ni irreal, porque el Señor Jesucristo prometió que el Espíritu Santo nos enseñaría “todas” las cosas (Juan 14:26). Descansando en esta promesa, los discípulos tendrían cómo vencer la turbación y el miedo. 

La historia de la iglesia registra de la militancia de la iglesia mártir, la iglesia de los primeros tiempos. Estas “cosas” que el Espíritu Santo sigue enseñando a su iglesia pueden encontrar canales de expresión en un instituto bíblico.

3-Un lugar para participar de la visión de la iglesia
La visión de la iglesia determina el papel e importancia de un instituto bíblico para preparar a sus miembros. 

Por lo tanto, esta visión delimita las actividades de cualquier índole que pudiera pensarse al referirnos al instituto. El apóstol Pablo encontró que en el propósito que tuvo Dios en Cristo Jesús (Efesios 3:11), había motivación suficiente no solamente para justificar su vocación personal sino también para orar de modo que los cristianos seamos “capaces de comprender” y “de conocer” todo esto cimentado en el amor de Dios mismo. 

Este pensamiento debe guiar la visión de la iglesia, y en ella el instituto bíblico podría ser visto como parte de la respuesta a la oración del apóstol.

4-Un lugar para compartir información de la vida cristiana
Como seres humanos somos seres comunicantes. Como cristianos comunicamos una vocación, la vocación cristiana. 

Todo el fenómeno de la vida humana, esencialmente en su forma de ser cristiana, encontrará un espacio de expresión en el instituto bíblico de la iglesia. 

En este caso, el instituto encuentra su apoyo ético en el consejo del apóstol a Timoteo, para que sea sin prejuicios y sin parcialidad (1 Timoteo 5:21). 

El compartir la formación de esta manera redundará en una mejor calidad de vida compartida entre los hermanos de la iglesia, y esto se transformará en un círculo abierto a la comunión con los nuevos participantes de la experiencia bíblica.

5-Un lugar para compartir el testimonio de lo que Dios está haciendo en la vida de los testigos
Como cristianos, somos testigos del Señor. El instituto bíblico será un lugar apropiado para dar y recibir los “informes” de la acción del Espíritu Santo en la vida de cada uno de los hermanos. 

Esto le dará un sabor del tiempo neotestamentario a las reuniones, cuando todos los hermanos se reunían para prepararse como parte del Cuerpo del Señor Jesucristo. 

Y le dará raíces de gozo, puesto que será una celebración con el Señor (una reminiscencia de la parábola dada por el Señor, registrada en Lucas 15:1–7).

6-Un lugar para seguir un plan de formación edificante para la gloria de Dios
El instituto permitirá el crecimiento espiritual de los participantes. Esto será para la gloria de Dios, ya que creará un sentir de que por Dios y para Dios hacemos todas las cosas, correspondiendo todo esto al concepto de la edificación mutua expresado en 1 Tesalonicenses 5:11. 

Por lo cual el instituto será un lugar donde siempre los hermanos se estarán animando mutuamente para gozar de la gloria de Dios, del Dios de la vida verdadera. Cualquiera que fuere el concepto de edificación que tenga la iglesia, siempre tendrá que concluir en que esta edificación girará alrededor de la gloria de Dios. 

Y el instituto como parte de su ministerio eclesial, estará dentro de esta hermosa vocación.

7-Un lugar para alimentar el rebaño
Proponemos que el instituto sea coparticipativo, dando lugar a la ministración mutua, lo cual le dará una peculiaridad interesante. 

Esta peculiaridad o característica especial es que la alimentación espiritual será cooperativa, donde cada miembro del instituto tendrá la oportunidad de participar a sus hermanos de lo que está aprendiendo en Dios, y así mismo tendrá la oportunidad de recibir de ellos, en forma recíproca, lo que los otros están desarrollando en el proceso educativo (Romanos 12:4–5).

8-Un lugar para reconocer las funciones del Cuerpo de Cristo
Es muy conocida la figura que utiliza el apóstol Pablo para informarnos de la importancia que tenemos como parte de un mismo cuerpo (1 Cor. 12:14–18). 

El instituto provee el espacio necesario para el reconocimiento de nuestra participación individual como parte del cuerpo de Cristo, y esto traerá como consecuencia la comunión de los santos para sanidad y crecimiento integral en la comunidad eclesial.

9-Un lugar para realizarse como miembro activo de la comunidad
Siendo la iglesia la luz y la sal en este mundo, será lógico el que la formación teológica de los miembros de una congregación local no quedará encerrada dentro de las paredes de la comunidad eclesial. 

Esta trascenderá a la comunidad que rodea a la iglesia. Este será un espacio para que la luz pueda ser vertida a la comunidad, y los pueblos vean que la luz y la sal están mezcladas en el testimonio del amor de Dios (Mateo 5:13–16).

10-Un lugar para agradar a Dios como obreros preparados
El concepto de agradar a Dios está dado en las Escrituras, desde el principio hasta el fin. El Señor Jesucristo refirió algunas parábolas y enseñanzas sobre la necesidad de estar apercibidos, o listos, para crecer como obreros preparados (Véase, por ejemplo, Mateo 25:1–13; Lucas 12:35–40; Lucas 16:1–15). 

El hermano que esté dispuesto a tomar un tiempo de preparación en el instituto bíblico, será alguien con disposición en su corazón de agradar a Dios como un obrero que merezca el reconocimiento de su Padre Celestial.[1]




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[1]Villamar, W. (1998). La educación teológica en la iglesia local. Decatur, Georgia: Associación para la educación teológica hispana.