Meditación
Dedicando
tiempo en quietud y usualmente solo, acercándose a Dios y escuchándole,
reflexionar en su Palabra, su creación, sus grandes obras u otros aspectos de
su misma revelación.
1-La importancia de la meditación
·
Meditación
en su templo: Sal 27:4
·
Meditación
en su misericordia: Sal 48:9:
·
Meditación
en el Señor mismo: Sal 63:6
·
Meditación
en sus obras: Sal 77:12; 143:5; 145:5
·
Meditación
en sus maravillas: Sal 119:27
·
Meditación
en su majestad: Sal 145:5
a. Meditación en relación con el corazón
de uno: Sal 4:4; 19:14; 49:3; 77:6
b. Meditación en relación con el tiempo
·
día
y noche: Jos 1:8; Sal 1:2; Sal 119:148
·
por
la mañana: Sal 5:3
·
todo
el día: Sal 119:97
·
por
la tarde: Ge 24:63
c.
Meditación sobre la persona de Dios
Sal
16:8; 63:6 Ver también Sal 104:34
d.
Meditación sobre la Palabra de Dios
Sal
119:15–16 Ver también Jos 1:8; Sal 1:1–3; 119:23,48, 78, 95, 97, 99
e.
Meditación sobre las obras de Dios
Sal
77:12 Ver también Sal 111:2; 143:5; 145:5
f.
Meditación sobre la creación
Sal
8:1–9 Ver también Sal 104:1–34; Pr 6:6; Mt 6:26–30
2-Ejemplos de
gente meditando
a.
Jos
1:8; Sal 19:14
b.
El
consejo de Elifaz a Job Job 22:22;
c.
Sal
39:3; 119:78,148;
d.
María
Lc 2:19;
e.
El
eunuco etíope Hch 8:27–35
f.
Isaac:
Ge 24:63
g.
El
salmista: Sal 104:34
h.
Jesús:
Mr 1:35
3-Los resultados de la meditación
a.
Obediencia Sal 119:11 Ver también Jos 1:8; Sal 119:55
b.
Entendimiento y sabiduría Sal
119:97–98 Ver también Sal 119:27
c.
Alabanza, discernimiento, y
adoración Sal 48:9–10; 63:5–6; 104:33–35; 119:97
d.
Prosperidad, productividad, y
éxito Jos 1:8 Sal 1:2–3
e.
Deleite en el Señor Sal 1:2 Ver también Sal 119:15–16,23–24,77–78
f.
Confianza y fe Sal 16:8
Estudio bíblico
devocional.
“Recita
siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado
todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.” (Josué 1:8
NVI)
Para muchos, la palabra “meditar” es una mala palabra.
La asocian con las religiones orientales o la Nueva Era.
Algunos cristianos, cuando piensan en meditación, se
imaginan a personas doblando sus cuerpos en forma de ocho y contemplándose el
ombligo.
Esa puede ser meditación oriental o budista, pero no
es meditación cristiana. La Biblia usa la palabra “meditar” 29 veces en la
Nueva Versión Internacional, para describir la vida devocional del creyente.
Dios quiere que meditemos.
Él nos promete que si meditamos en la Escritura, nos
va a bendecir. Josué 1:8 dice: “Recita
siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado
todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.” (NVI).
Así que, de acuerdo a Dios, tienes que meditar en su
Palabra si quieres ser exitoso.
Entonces, ¿cómo lo haces?
Toma un diccionario y busca
sinónimos de “meditar”, probablemente encontrarás la palabra “rumiar”. Tal vez
no conozcas la palabra a menos que seas un granjero. Rumiar es lo que hacen las
vacas cuando mastican su comida. La mastican una y otra vez en su boca.
Esto es similar a cómo meditar la Escritura. Las vacas comen pasto, lo mastican
y lo mandan rápidamente al estómago. Allí se queda en el estómago absorbiendo
todos los ácidos y químicos. Luego de un rato, lo eructa hacia su boca
nuevamente con un nuevo sabor, y lo mastica junto con pasto nuevo, repitiendo
nuevamente todo el proceso. Las vacas repiten el proceso varias veces. Sacan
cada gramo de nutrición del pasto.
La
meditación Bíblica es algo como eso; es la digestión del pensamiento.
Dios
quiere que obtengamos cada gramo de nutrición espiritual de su Palabra.
Quiere
que la mastiquemos, la digiramos, y la volvamos a masticar nuevamente
June 14, , 2013
.Detengase y Medite
Sal. 46:10.
Por fantástico que parezca, acaso sería
una buena idea que, en determinado día, se desconectasen todos los teléfonos,
cesasen de funcionar todos los motores, y se suspendiese toda actividad por
espacio de una hora; para darle de este modo a la gente ocasión de reflexionar,
por unos minutos, en lo que es la vida, y para qué viven, y a qué aspiran
verdaderamente.
En momentos
difíciles, cuando la ansiedad asedia al corazón, o algún otro pesar nos lo
oprime, ningún medio tan seguro como la meditación para lograr una calma
relativa. No se sabe de algo que pida menos gasto de tiempo y energía, cuando
quiera se trate de recobrar el dominio de nosotros mismos y de sujetar la
voluntad al imperio de la razón. A todos, sean cuales fueren nuestra edad y
nuestra experiencia, ha de sernos dable emplear en la meditación parte de
nuestras horas libres, y el hacerlo así, es condición indispensable para vivir
juiciosamente.—A. F. R.