miércoles, 22 de junio de 2016

Ríos de Agua Viva



La promesa que hace Jesús acerca de los ríos de agua viva en Juan 7:37-38, refiriéndose a la venida del Espíritu Santo (7:39), siempre va a ser emocionante. 
Pero lo es especialmente si seguimos a través del resto del evangelio el contraste entre la verdadera agua del Espíritu y los simples rituales con agua que se hacían en los tiempos de Jesús.

El bautismo de Juan en agua era bueno, pero el bautismo de Jesús en el Espíritu era mejor (1:26, 33). Los estrictos rituales judíos requerían que los recipientes con agua de Caná se usasen tan solo para el agua de los rituales para la purificación, pero cuando Jesús convirtió el agua en vino, mostró que valoraba el honor de sus amigos más que los rituales y la tradición (2:6).

Una mujer samaritana deja su recipiente de sacar agua del sagrado pozo ancestral cuando ve que Jesús le ofrece un agua nueva que trae vida eterna (4:13-14). 
Un hombre enfermo que no podía ser sanado por el agua que supuestamente traía sanidad (5:7) halla la sanidad en Jesús (5:8-9); un ciego se sana por el agua en cierto sentido, pero solamente porque Jesús lo “envía” allí (9:7).

La función de esta agua se sugiere más de a lleno en Juan 3:5. Jesús aquí explica que Nicodemo no puede entender el reino de Dios si no nace “de nuevo” (3:3; la palabra griega también significa “de arriba” o “de lo alto”, literalmente), es decir, de Dios. Algunos maestros judíos hablaban de los gentiles siendo “renacidos” en el sentido de cuando se convertían al judaísmo, pero Nicodemo no podía verse a sí mismo como gentil, como pagano, así que supone que Jesús está hablando de volver a entrar en el vientre de su madre (3:4).
Jesús explica Su declaración. Los judíos creían que los gentiles se convertían al judaísmo por medio del bautismo y la circuncisión, entonces Jesús le explica a Nicodemo que debe volver a nacer “del agua”. En otras palabras, ¡Nicodemo debe venir a Dios bajo los mismos términos que un gentil!

Pero si Jesús aquí a lo que se refiere es al “agua” como lo hace en el 7:37-38, puede estar usando el término como símbolo del Espíritu, en lo cual estaría diciendo: “Debes nacer del agua, es decir, del Espíritu” (una manera legítima de leer el griego). Si es así, Jesús puede estar usando el bautismo de la conversión al judaísmo sencillamente para simbolizar el aún más sublime bautismo del Espíritu que da a aquellos que creen en Él. El agua también puede simbolizar el servicio sacrificial de Jesús por Sus discípulos (13:5).

Entonces, ¿qué quiere decir Jesús con “ríos de agua viva” en Juan 7:37-38? Aunque más adelante estaremos tratando más de a lleno el trasfondo y las traducciones, necesitamos usarlas al menos de manera breve para poder obtener el impacto completo de este pasaje. Primero, en la mayoría de las traducciones vigentes por lo menos una nota al pie de la página señala una manera alternativa de puntuación para el 7: 37-38 (los primeros textos griegos carecían de puntuación, y los primeros padres de la iglesia se dividían en cuanto a cuál interpretación tomar).

En estas otras maneras de leer los versículos, no está claro si el agua fluye desde el creyente; puede que en cambio fluya desde Cristo. Puesto que los creyentes “reciben” el agua en vez de darla (7:39), y que ellos tienen una “fuente” en vez de un río (4:14), Cristo bien puede ser la fuente de agua en esos versículos. (Esto no es negar la posibilidad de que los creyentes pueden experimentar revestimientos de poder más profundos por parte del Espíritu después de su conversión).

La tradición judía sugiere que el último día de la fiesta de los tabernáculos, los sacerdotes le leían a la gente de Zacarías 14 y Ezequiel 47, lo cual habla de ríos de agua viva fluyendo desde el templo al final de los tiempos. Jesús está ahora hablando en el último día de esa fiesta (7:2, 37), probablemente aludiendo la misma Escritura que acababan de leer (“como dice la Escritura”, 7:38). 
El pueblo judío consideraba el Templo como el “ombligo” o el “vientre” del mundo. Por lo tanto, Jesús puede estar declarando: “Yo soy la piedra principal del nuevo templo de Dios. De mí corre el agua de vida; ¡el que quiera, venga y beba gratuitamente!”.

Normalmente (como señalaremos más adelante) no debemos leer la narrativa bíblica como simbolismo, pero el final de Juan es una excepción, un símbolo que Dios le dio a aquellos que observaban la crucifixión (Juan usa el simbolismo tan solo un poco más de lo que la narrativa normalmente lo hace). 

Cuando un soldado atravesó el costado de Jesús con una lanza, brotó agua juntamente con sangre (19:34). Literalmente, una lanza clavada cerca del corazón podría hacer brotar un líquido acuoso que rodea el corazón y sangre a la vez.

Pero Juan es el único de los cuatro escritores de los evangelios en enfatizar el agua, y probablemente la mencione para hacer notar algo: una vez que Jesús fue levantado en la cruz y glorificado (7:39), la nueva vida del Espíritu quedó disponible para Su pueblo. Bebamos y comamos gratuitamente.

Craig Keneer

No hay comentarios:

Publicar un comentario