Tu eres una mujer.
Abusada, olvidada y deshonrada por la cultura que te rodea. Te has divorciado muchas veces y has perdido a tu marido.
Ahora estás viviendo con un hombre fuera del matrimonio.
Un día vienes al pozo donde sacas agua.
Estás cansada de los chismes, los murmullos y las burlas, por lo que vas a el pozo por la tarde cuando no hay otras mujeres presentes.
En este día en particular, sin embargo, ves a un hombre sentado junto al pozo. Se ve agotado.
Lo ves por el rabillo del ojo y lo ignorás.
El hombre entonces hace lo impensable.
Te dice: dame de beber...
Te habló en público...
¡Te asombras porque los hombres judíos nunca hablan a las mujeres en público, especialmente a las mujeres samaritanas y menos a alguien en tu "condición"!
Y por si fuera poco, usó mi vaso para beber, algo que un judío en sus cabales jamás haría
Este hombre no solo te habla, sino que sabe sobrenaturalmente sobre tu vida, incluso tu situación presente.
Sin embargo, Él no te condena por ello.
Este hombre, a quien consideras profeta, continúa compartiendo contigo algunas de las verdades más grandes que un mortal puede conocer.
Ante la mirada atónita de sus discípulos... te sigue de regreso a tu ciudad y rompe la costumbre judía al usar tus utensilios y comer con tus vecinos samaritanos, cosas que los judíos tienen prohibido hacer.
Por primera vez en tu vida, has conocido a un hombre que realmente te ama y se preocupa por ti.
La esperanza nace en tu corazón.
Estás sonriendo de nuevo.
Algo ha cambiado profundamente dentro de ti.
Uffff que hombre mas notable, ¿no es así?
Yo puedo amar/admirar/seguir a un hombre así.
¿Vos, podés amar a un hombre así?
Por si no lo sabías... su nombre es Jesús... y el relato está en el capítulo 4 del evangelio de Juan.
Idea tomada de "Insurgence" Frank Viola
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