viernes, 8 de octubre de 2021

Romanos 7 quiasmo y Notas del Dr. Constable sobre Romanos


1. La autoridad de la ley 7:1-6

7:1
“Con los que conocen la ley” —el artículo “la” antes de “ley” no está en el texto griego— eran los lectores romanos de Pablo. Ellos vivían en la capital del imperio donde los oficiales debatían, promulgaban e imponían las leyes. Para ellos la ley y todos los asuntos legales eran familiares.
Ellos no habrían discutido el punto de Pablo que la ley tiene autoridad solamente sobre la gente viva. Podemos prever a dónde va Pablo con este argumento ya que anteriormente había explicado la muerte con Cristo de los creyentes. Debido a que hemos muerto con Cristo, la ley no tiene autoridad sobre nosotros (cf. 6:14).

7:2, 3
Estos versículos ilustran la verdad del principio establecido en el versículo 1. El ejemplo de Pablo era especialmente verdad en la vida judía donde la ley mosaica no le permitía a la mujer divorciarse de su esposo. En la ilustración, la esposa representa al creyente y el esposo a la ley.
“Como una mujer cuyo esposo ha muerto es libre de
casarse con otro, de la misma manera los creyentes, ya que
han muerto a la ley, son libres de pertenecer a Cristo”206.
7:4
“Así también” introduce una aplicación de la ilustración a los lectores. El creyente no ha muerto a la ley (es decir, sido liberado de su obligada autoridad) porque la ley ha muerto, sino porque morimos con Cristo207. La relación que una vez existió entre el creyente y la ley ya no existe más. El cuerpo de Jesucristo es el cuerpo literal que murió en la cruz. Al igual que en 5:12-21 y en el capítulo seis, Pablo de nuevo ve a Jesús como nuestro representante, en vez de como nuestro sustituto como en 3:25. Debido a que morimos con Cristo ya no tenemos que vivir de acuerdo a la ley mosaica.
Cada creyente no solamente ha muerto con Cristo sino que ha resucitado con él (6:14). Por lo tanto, Dios nos ha unido con Cristo. Dios nos unió a Cristo (6:5). El resultado de nuestra unión debe ser dar fruto (cf. Jn. 15:1-6; Gá. 5:23-23).

7:5
Este es el primer uso en Romanos del término “carne” en el sentido ético.
Como se mencionó anteriormente, se refiere a nuestra naturaleza humana, la cual es pecaminosa. La misma descripción no indica si la gente que de la que se habla es salva o no ya que las dos tienen la carne y funcionan empleándola. Aquí el contexto sugiere que en este versículo Pablo tenía una conversación previa en mente. Así como la unión con Cristo puede resultar en fruto (v. 4), de la misma manera la vida en la carne. Las obras de la naturaleza pecadora finalmente producen muerte. La ley suscita pasiones al prohibirlas. Fruto prohibido es el que es dulce en la boca, pero a menudo produce dolor de estómago (cf. Gn. 3).

7:6
Pablo resume aquí los versículos 1-5. Morimos a la ley así como morimos al pecado (6:5). La misma palabra griega (katargeo) se presenta en los dos versículos. La muerte de Cristo como nuestro representante cambió nuestra relación con ambas entidades. Es como Dios cambió la transmisión de nuestra vida a un engranaje neutral. Ahora algo más dirige nuestra vida, es decir el Espíritu Santo. El pecado y la ley ya no nos llevan más hacia delante, aunque podemos engranar esos poderes si escogemos hacerlo y volver a tomar el control de nuestra vida de las manos de Dios.
Del contraste entre el Espíritu y la letra surge una pregunta acerca de si Pablo quiso decir el Espíritu Santo o el espíritu de la ley (cf. 2:27-29).
Ambos significados son verdad, así que él pudo haber querido usar uno o el otro o ambos. El artículo definido “la” no está en el texto griego. Por un lado, el espíritu de la ley mosaica restablecido por Cristo y por los apóstoles es lo que somos responsables de obedecer (6:13-19) en vez de la letra de la ley mosaica. Por otro lado, servimos con la capacitación del Espíritu Santo que mora en nosotros, el cual la mayoría de los creyentes del Antiguo Testamento ni poseyeron208. “Nuevo” (gr. kainoteti) sugiere
algo fresco en vez de algo reciente. Nuestro servicio es más reciente, pero Pablo enfatiza la superioridad, frescura y vitalidad de la relación del creyente con Dios luego de haber experimentado unión con Cristo.
Quizá el Espíritu Santo era el principal referente de Pablo debido a que él desarrolla el ministerio del Espíritu Santo en la vida del creyente en el capítulo ocho. Espíritu y carne probablemente se refieren a un nuevo y viejo pactos209. El versículo, por supuesto, no dice nada acerca de lo no literal como se contrasta con la interpretación literal de la Escritura.
Pablo no dijo: “Hemos sido liberados de la parte ceremonial de la ley”. La ley mosaica era un código unificado que contenía las regulaciones morales, religiosas y civiles que regulaban la vida de los israelitas (Ex. 20—Nm. 10). Dios ha determinado todo el código como un regulador de la vida de los creyentes (cf. 10:4). Los cristianos han recibido un nuevo código que Pablo llama la ley de Cristo (Gá. 6:2).Contiene algunos de los mandamientos del antiguo código mosaico que incluyen nueve de los diez
mandamientos210. Sin embargo, es un nuevo código. Por lo tanto, Pablo podría decir que Dios nos ha liberado de “la ley” de Moisés. La ley de Cristo consiste de las enseñanzas de Jesucristo que comunicó durante su ministerio terrenal y que se encuentran en el Nuevo Testamento. También consiste de las enseñanzas que dio a través de los apóstoles y profetas luego de su ascensión al cielo211. Este es uno de los varios pasajes que revelan que como cristianos no tenemos obligación de guardar la ley de Moisés (cf. 10:4; 14:17; Mr. 7:18, 19; Jn. 1:17; Hch. 10:12; 1 Co. 8:8; 2 Co. 3:7-11; He. 7:12; 9:10; Gá. 3:24; 4:9-11; 5:1).212 

2. La actividad de la ley 7:7-12
Pablo escribió que el creyente está muerto tanto al pecado (6:2) como a la ley (7:4). 
¿Son estos en cierta manera lo mismo? La respuesta es no (v. 7). El apóstol se refiere a la relación entre el pecado y la ley en el versículo 5, pero ahora la desarrolla más completamente. Esencialmente, su argumento era que la ley no es pecaminosa simplemente porque provee conciencia del pecado (cf. 3:20). La ley es similar a una máquina de rayos x que revela un tumor. La máquina en sí misma no es mala porque revela algo malo. De la misma manera la ley no es pecaminosa porque expone el pecado.
El apóstol probablemente apela a su experiencia personal en los versículos 7-12213. Él ensancha esto hacia una representación más general de la lucha que cada creyente encuentra cuando trata de servir a Dios a través de obedecer la ley214. Cada creyente se siente frustrado por la forma de operar de la naturaleza humana (vv. 13-25).
“Antes de empezar el estudio de esta gran lucha de Pablo, permítanos establecer firmemente en nuestra mente que Pablo no está de ninguna manera aquí poniendo en ejercicio el perdón sino la liberación: ‘¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?’. 
Toda la pregunta es en relación al pecado que mora en nosotros, como un poder; y no a los pecados
cometidos, como un peligro215.

7:7
El ejemplo de Pablo de la ley (el décimo mandamiento) aclara que “por la ley” no se debe haber estado refiriendo a todo el Antiguo Testamento. Se refería a la ley mosaica y particularmente a la parte moral de ella, es decir los Diez Mandamientos. A los teólogos reformados les gusta hacer distinción entre lo moral y lo ceremonial de la ley mosaica. Muchos de ellos sostienen que Dios solamente ha terminado la parte ceremonial de la ley216. Sin embargo aquí Pablo, arguyendo que los cristianos están muertos a la ley, usa uno de los Diez Mandamientos como ejemplo de la ley. No dice, sin embargo, que el  comportamiento inmoral es correcto para el cristiano (cf. 8:4).
El uso de Pablo de “pecado” en este párrafo muestra que él pensaba del pecado como una fuerza dentro de cada uno, nuestra naturaleza humana. 
No pensaba en un acto de pecado. Es esta fuerza o principio de pecado el que suscita las prohibiciones y exigencias. El significado básico de la palabra griega traducida como “pecado” (hamartia) no es suficiente.
Vemos que no alcanzamos lo que Dios requiere cuando somos conscientes de sus leyes.
“La ley es un espejo que revela al hombre interior y nos muestra lo sucios que somos (Stg. 1:22-25)”217.
Las demandas de la ley, en este caso: “No codiciarás”, nos hace conscientes de nuestro pecado. Probablemente, Pablo seleccionó el décimo mandamiento por su ilustración ya que trata con los deseos (es decir, deseos ilícitos de cualquier tipo). Nuestros deseos son las raíces de nuestras acciones. El décimo mandamiento es también en mandamiento más condenado. Cada uno que es honesto tendría que admitir que lo ha roto.

7:8
Una ilustración de lo que Pablo tenía en mente aquí es la historia de la tentación y la caída en Génesis 3. Cada vez que alguien establece una ley que prohíbe algo, la tendencia natural de la gente es resistirla. Si usted le dice a un niño pequeño: “No hagas esto ni aquello”, crea un deseo dentro de él o ella; un deseo que no estaba antes.
“Suponga a un hombre determinado a conducir su coche al límite de la velocidad. Si los rótulos al lado del camino dijeran: “No hay límite de velocidad”, los únicos pensamientos serían llevar su coche hacia delante. 
Pero ahora, de repente, se encuentra un camino lleno de rótulos que limitan la velocidad a 40 kilómetros por hora. La voluntad del hombre se revela, y su rebelión se estimula aún más por amenazas: El límite de velocidad debe cumplirse estrictamente. Ahora el hombre conduce ferozmente, consciente tanto del deseo de manejar sobre el límite y de la rebelión en contra de la restricción. El rótulo de velocidad límite no creó el deseo ardiente de correr rápidamente; éste estaba ahí anteriormente. Pero el aviso
condujo al hombre al consciente conflicto con la autoridad”218.
“Codiciar” o “desear” cubre una amplia gama de apetitos, no solamente deseos sexuales.
“Muerto” aquí significa inactivo, pero no completamente impotente, como se aclara en el versículo 9, donde este pecado “muerto” revivió. La ausencia de un verbo antes de la palabra “muerto” en el texto griego indica que lo que Pablo dice es una generalización en vez de una específica
alusión histórica.

7:9
Pablo estaba relativamente vivo separado de la ley. Nadie está siempre completamente sin relación a ella. Sin embargo en esta parte, Pablo vivía inconsciente de las verdaderas demandas de la ley y por lo tanto se autojustificaba (cf. Fil. 3:6). Los problemas antes de su conversión eran humanamente intelectuales (p. ej. ¿Era Jesús el Mesías?) en vez de problemas morales.
“¡Saulo de Tarso pudo haber encabezado la inquisición
española, y no haber tenido escrúpulos de conciencia!”219.
Cuando el mandamiento entró a la conciencia de Pablo, surgió el pecado, y él murió en el sentido de que se volvió conciente de su muerte espiritual.
Aquí no estaba hablando de su unión con Cristo en la muerte.

7:10
La intención de la ley era bendecir a la gente (vida) cuando la obedecían (Lv. 18:5). No obstante, debido a que Pablo no la obedeció, encontró que ésta lo condenaba.
“… parece justo concluir que para que la ley hubiera dado
vida habría que haber sido perfectamente obedecida”220.
7:11
Aquí, Pablo personifica el pecado como si éste actuara. El pecado hace la parte del tentador. Engaña a Pablo y lo ensucia (cf. Gn. 3). La naturaleza pecadora de Pablo lo insta a hacer las cosas que el mandamiento prohíbe. 
“Cuando el nuevo cristiano crece, hace contacto con diversas filosofías de la vida cristiana. Puede leer libros, asistir a seminarios, escuchar cintas y obtener una gran cantidad de información. Si no tiene cuidado, comenzará a seguir a líderes humanos y a aceptar sus enseñanzas como la ley. Esta práctica es una forma muy sutil de legalismo, y mata el crecimiento espiritual. Ningún maestro humano puede tomar el lugar de Cristo; ningún libro puede tomar el lugar de la Biblia. El hombre nos puede dar información, pero sólo el Espíritu puede iluminarnos y ayudarnos a entender las verdades espirituales. El Espíritu nos ilumina y nos capacita; ningún líder humano puedo hacer esto”221.
7:12
Aquí hay una reafirmación de la respuesta a la pregunta de Pablo en el versículo 7. Lejos de ser pecaminosa, la ley es santa. Proviene de un Dios santo y descubre el pecado. Es justa porque pone los justos requisitos en la gente y prohíbe y condena el pecado. Es buena porque su propósito es
traer bendición y vida (v. 10).

3. La inhabilidad de la ley 7:13-25
En los versículos 13-25, Pablo continúa describiendo sus problemas personales con el pecado pero subiendo de intensidad. Las fuerzas de la ley externa y el pecado interno (es decir, su naturaleza humana) entran en conflicto. No encuentra liberación de su conflicto excepto a través de Jesucristo (v. 25). Creo que lo que Pablo describe aquí es su propio conflicto como cristiano para obedecer la ley y así mismo vencer el impulso de su naturaleza (carne) humana para desobedecerla Note el tiempo presente en su testimonio.
Sin la ayuda de Dios no podía tener éxito. Luego diré más en defensa de esta postura. Sin embargo, lo que él escribe aquí no es una experiencia cristiana normal o necesaria. Pablo experimenta este conflicto como un creyente antes de entender su nueva relación con la ley como creyente en Cristo, la cual explica en este capítulo.

7:13
Pablo luego explica la relación de la ley con la muerte. La responsabilidad de la muerte pertenece al pecado, no a la ley. El uso del pecado de algo bueno, la ley, para traer la muerte muestra su completa pecaminosidad.

7:14
Como fundamento a lo que sigue, el apóstol les recuerda a sus lectores que todo lo divino (“nosotros”) sabe que la ley es “espiritual” (gr. pneumatikos). Viene de Dios (cf. vv. 22, 25). 
Pablo no quiere que sus lectores entiendan lo que está a punto de decir acerca de la ley como una
crítica a Dios quien fue el que la dio.
En contraste con la buena ley, Pablo era carnal o no espiritual (gr. sarkinos, hecho de carne; cf. 1 Co. 2:1). El hombre es esencialmente diferente a la ley porque tenemos naturaleza pecaminosa mientras que la ley es sin pecado en sí misma. Por lo tanto, hay un antagonismo básico entre la gente y la ley.
“¡‘Vendido al pecado es exactamente lo que el nuevo
convertido no sabe! Perdonado, justificado sabe él que es:
¡Y tiene el gozo de eso! Pero ahora, encontrar una
naturaleza maligna, de la cual nunca había sido
exactamente consciente, y de la cual pensaba que se había
deshecho completamente cuando creyó, es una ‘segunda
lección’ que ¡a menuda resulta más amarga que la primera
–de culpa–¡”222.
La declaración de Pablo de que entonces como cristiano él era esclavo del pecado contradice lo que escribió antes en el capítulo 6 acerca de no ser más esclavo del pecado223. No obstante, recuerde que el capítulo 6 no dice que estar muerto al pecado signifique que el pecado no atraiga al cristiano. 
Todavía tiene un gran atractivo para el cristiano cuya naturaleza humana todavía es pecadora (6:15-23). Dice que estar muerto al pecado significa que ya no debemos seguir los dictados del pecado.
En un sentido, el cristiano ya no es esclavo del pecado (6:1-14). Hemos muerto a él, y ya no nos domina. Sin embargo, en otro sentido el pecado todavía tiene una gran atracción para nosotros ya que nuestra naturaleza humana básica todavía es pecaminosa y retenemos esa naturaleza durante toda nuestra vida. Por ejemplo, un criminal puesto en libertad de la prisión ya no tiene que vivir dentro de la esfera de la existencia prescrita por las paredes de la prisión. Sin embargo, todavía tiene que vivir dentro de los confines de las limitaciones humanas. Dios ha liberado al cristiano de la casa prisión del pecado (6:1-14). No obstante, todavía tenemos dentro de nosotros una naturaleza pecaminosa que nos será fuente de tentación mientras vivamos (7:14-25).
Para minimizar la dificultad de comprender esta distinción, Pablo usa diferentes expresiones para describir las dos relaciones. En el capítulo 6 usa “esclavos, pero en el capítulo 7 escribe “vendido” (v. 14). En el capítulo 6 habla de la relación del nuevo hombre en Cristo (toda la persona, el cristiano) con el pecado. 
En el capítulo 7 habla de la relación de la vieja naturaleza (una parte de cada persona que incluye al nuevo hombre en Cristo) con el pecado. Adán vendió a toda la raza humana a la esclavitud del pecado cuando él pecó (5:12, 14).

7:15
La naturaleza humana de Pablo lo influencia a tal magnitud que se encuentra a sí mismo voluntariamente haciendo (aprobando) las cosas que desprecia intelectualmente. Esto causa que se maraville. Todos nos identificamos con él.
“Debemos recordar constantemente a través de este
conflicto que no es una descripción del apóstol de una
experiencia que él estaba teniendo cuando escribió esta
epístola, sino una experiencia de un hombre regenerado
antes de saber ya sea sobre el pecado que mora en nosotros,
o sobre la ley que le da poder al pecado; y que además no
conoce al Espíritu Santo como una presencia que mora en
nosotros y un poder en contra del pecado”224.
7:16
La actitud del apóstol hacia la ley no es la razón del dilema.

7:17
Más bien el problema de él es imputado al pecado que moraba dentro de él, es decir su naturaleza pecaminosa. Pablo no estaba tratando de escapar de la responsabilidad sino identificando la fuente de su pecado, su naturaleza pecaminosa. “Yo” describe al nuevo hombre en el que se había convertido en el momento de la conversión (Gá. 2:20). Visto como una persona completa, él había muerto al pecado. Sin embargo, la fuente de pecado dentro de él era específicamente su naturaleza humana que todavía
estaba muy viva.
Llega como un terrible descubrimiento para el creyente nuevo, o para el que no ha sido enseñado, darse cuenta que nuestro problema con el pecado es complejo. Somos pecadores no solamente porque cometemos actos de pecado (cap. 3) y porque, como descendientes de Adán, compartimos la culpa debido a su pecado (cap. 5). Somos también pecadores porque poseemos una naturaleza que es completamente pecaminosa (cap 7).
Jesucristo pagó el castigo por los actos de pecados, quitó la culpa del pecado original y nos capacita para vencer el poder del pecado innato.

7:18
“En general, podemos decir que en los versículos 14-17 el énfasis recae en la práctica de lo que es odiado, –esto es, la inhabilidad para vencer la maldad de la carne–; mientras en los versículos 18-21, el énfasis recae en el fracaso de hacer el bien deseado, –la inhabilidad, a causa de la carne, de
hacer lo correcto–.
“Por lo tanto el doble fracaso del hombre acelerado es ya
sea vencer la maldad o efectuar lo bueno –está expuesto–.
¡La ayuda debe venir de afuera, más allá de sí mismo!”225.
Pablo quiere decir que el pecado ha corrompido completamente su naturaleza (“la carne”). Aunque era un cristiano todavía era un pecador depravado (3:10-18, 23). Él sabía lo que tenía que hacer, pero no siempre lo hacía.

7:19, 20
Estos versículos restablecen la idea de los versículos 15 y 17 respectivamente. Evidentemente, Pablo repite las ideas para intensificar nuestra apreciación por este sentido de frustración que él siente.

7:21
La declaración de este “principio” o “ley” resume el pensamiento de Pablo226.

7:22, 23
Intelectualmente Pablo argumentaba que debía obedecer la ley mosaica (v.22), pero moralmente se encontraba en rebelión en contra de lo que sabía que era lo correcto. Esta rebeldía natural era algo que de lo que no podía deshacerse.
“Es debido a que la gente no reconoce toda su maldad que
no encuentran a Cristo en conjunto con ellos”227.
Felizmente, Pablo explica en el capítulo 8 que alguien con infinito poder puede capacitarnos a controlar nuestras rebeldías.

7:24
La agonía de esta tensión y nuestra inhabilidad de deshacernos de esta naturaleza pecadora que nos apremia a hacer cosas que nos llevan a la muerte aparecen aún más fuertemente aquí. ¿Cuál cristiano no ha sentido la culpa y el dolor de hacer cosas que sabía que eran incorrectas? Nunca escaparemos de esta batalla con la tentación en esta vida. Eugene Peterson refunde los pensamientos de Pablo en este versículo como sigue:
“He tratado de todo y nada ayuda. Estoy al final de la
cuerda. ¿No hay nadie que pueda hacer algo por mí?”228.

7:25
La solución a este dilema es no escapar de la tentación sino vencerla. 
“La fuente de la miseria de Pablo es clara. No es una ‘división en sí misma’ [es decir, vieja naturaleza versusnueva naturaleza], sino el hecho de que la última esperanza de la humanidad, religión, ha probado ser una caña rota. Ya que el pecado no es más un consuelo sino una acusación, el hombre no necesita una ley sino una liberación”229.
La última parte de este versículo es otro resumen. “Yo mismo” contrasta con “Jesucristo”. Aparentemente Pablo quería establecer de nuevo la esencia de la lucha que acaba de describir para preparar a sus lectores para la gran liberación que expondría en el siguiente capítulo.
Hay dos problemas involucrados en la interpretación del capítulo 7 que merecen atención adicional. El primero es este. ¿Está Pablo relatando su propia y única experiencia, o está ofreciendo su propia lucha como un ejemplo de algo que cualquiera puede experimentar?
Nuestra experiencia debería guiarnos a preferir la última alternativa. Ciertamente Pablo debe haber sido sometido a esta lucha ya que dice que así fue. Sin embargo, cada ser humano la sufre también debido a que todos poseemos algún conocimiento de la ley de Dios, revelación general si no revelación específica de la ley mosaica y una naturaleza humana.
La segunda pregunta es esta: 
¿La lucha que Pablo describe en los versículos 14-25
representan la experiencia de un incrédulo o la de un cristiano?



Como lo mencioné anteriormente, creo que la evidencia de la postura del salvo es más fuerte 230.

El conflicto descrito en los versículos 13-25 no es el mismo que Pablo presenta en Gálatas 5:16-23. El oponente de la naturaleza humana pecaminosa en Romanos 7 es todo el individuo cristiano, pero en Gálatas 5 es el Espíritu Santo. La condición del creyente en Romanos está bajo la ley, pero en Gálatas está bajo la ley o la gracia. El resultado del conflicto en Romanos es el inevitable fracaso, pero en Gálatas es el fracaso o la victoria. La naturaleza del conflicto en Romanos es la anormal experiencia cristiana, pero en Gálatas es la normal experiencia cristiana231.
Este capítulo es muy importante por diversas razones. Corrige la idea popular que nuestras luchas con el pecado son solamente en contra de pecados y hábitos específicos mientras también son en contra de nuestra básica naturaleza humana. Segundo, muestra que la naturaleza humana no es esencialmente buena sino mala. Tercero, argumenta que la santificación progresiva no viene por obedecer las leyes, una forma de legalismo llamada nomismo, sino separada de la ley. También prueba que hacer lo correcto requiere más que una determinación de hacerlo. Todas estas percepciones son necesarias para que apreciemos lo que Pablo procede a explicar en el capítulo 8.
Relacionado con la pregunta de la relación del cristiano con la ley está el tema del legalismo.
“Legalismo es esa actitud carnal que se conforma a un código con el
propósito de glorificarse a sí mismo. No es el código en sí mismo. Ni
tampoco es la participación o no participación. Es la actitud con la cual
nos acercamos a los estándares del código y finalmente a Dios que es su
autor”232.
El legalismo también involucra juzgar el comportamiento propio o de otros como aceptables o no aceptables para Dios a través de los estándares de obediencia a las leyes en lugar de a Dios que las ha impuesto. Alguien más ha definido el legalismo con la creencia de que puedo obtener la justificación o la santificación simplemente obedeciendo las reglas.





205Wiersbe, 1:534.
206Mounce, p. 160.
207Hemos muerto a la ley mosaica (Tora), no al Antiguo Testamento.
208Ver Leon Wood, The Holy Spirit in the Old Testament.
209Moo, p. 421.
210El único que Jesús no incluyó fue el cuarto mandamiento acerca de observar el sábado.
211Ver Charles C. Ryrie, “The End of the Law” Biblioteca Sacra 124:495 (julio-setiembre 1967):239-247.
212Se dirá más acerca de nuestra relación con la ley mosaica cuando lleguemos al 10:4.
213Las opiniones alternativas son que él hablaba de la experiencia de Adán, la de Israel y la de cada Ver Moo, pp. 425-431, para una explicación de otras opiniones.
214Otros sostienen que Pablo describe la experiencia de un incrédulo. Seguirá discusión sobre estas posturas.
215Newell, p. 261.
216Ver John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2:458-260.
217Wiersbe, 1:535.
218Newell, pp. 265, 266.
219Ibid., p. 268.
220Moo, p. 439.221Wiersbe, 1:536.
222Newell, p 272.
223La frase “vendido al pecado” es una prueba fuerte para muchos intérpretes de que Pablo describe a un no cristiano aquí.
224Newell, p. 273.
225Ibid., p. 270.
226Ver Saucy, “‘Sinners' Who . . .”, pp. 405-411.
227Newell, p. 278.
228Eugene H. Peterson, The Message, p. 317.
229Barrett, p. 151.
230Esta es también la postura de MacArthur, pp. 123-138. Moo, pp. 442-451, tiene una buena discusión del problema, y concluye que Pablo describía su propia experiencia como un típico no regenerado israelita.


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