viernes, 8 de agosto de 2014

Posición y Páctica



No hay otra clave más útil para la comprensión del Nuevo Testamento que el entendimiento de la diferencia entre la posición y la condición del creyente.

Si no se ve esta distinción, habrá momentos en que se hallarán pasajes que parecerán realmente problemáticos e incluso aparentemente contradictorios.

Brevemente, la posición del cristiano es la posición que tiene en Cristo:

Lo que él es en Cristo.

Su condición, o estado, o práctica, es lo que él es en sí mismo; o mejor dicho, lo que debiera ser.



El primer concepto tiene que ver con la doctrina.

El segundo, con su deber.

Existe una diferencia entre lo que el creyente es en Cristo y lo que es en sí mismo. 
La gracia ha dado al hombre en Cristo una posición absolutamente perfecta delante de Dios. 
Nosotros somos aceptos en el Amado (Ef. 1 :6), y completos en Cristo (Col. 2: 10). 
Nuestros pecados han sido perdonados y estamos revestidos de toda la justicia de Dios (2 Co. 5:21). 
Para nosotros no constituye presunción el afirmar:

Cerca de Dios, tan cerca,

Que más cerca no puedo estar;

Porque en la persona del Amado,
 Tan cerca estoy como Él.



Querido de Dios, tan querido,

Que más querido no puedo ser;

El amor con que Su Hijo es amado,

Es el amor que siente por mí.



Vemos así que la práctica del creyente es una cosa distinta.

Desafortunadamente, está lejos de ser perfecta.

En la mayor parte de los casos varía de día a día. 
En ocasiones el creyentes se halla  espiritualmente sobre la cumbre de la montaña, en otras ocasiones se halla en el valle de la derrota.

Pero la voluntad de Dios es que nuestra práctica se vaya aproximando progresivamente a nuestra posición. 
Surgiendo del amor a Aquel que murió por nosotros, nuestras vidas diarias deberían estar en constante crecimiento a la semejanza de Cristo.

Naturalmente, nunca llegaremos a un estado perfecto en esta vida; esto no tendrá lugar hasta que muramos o hasta que el Salvador venga. 
Pero el proceso debería ir en continuo progreso; deberíamos llegar a ser en nuestra práctica más y más en semejanza a lo que somos en posición.

Cuando veamos al Salvador seremos automáticamente como Él (1 Jn. 3:2). 
Esta transformación tendrá lugar por el poder divino, sin nuestra cooperación. 
Pero le da más gloria a Dios si Su pueblo va creciendo a la semejanza del Señor Jesús en esta vida.


¿ Cómo puede uno saber si un pasaje particular está hablando de posición o de práctica?

Bien, se debe estar atento a expresiones como "en Cristo", "en el Amado", o "en Él"; cuando se hallan expresiones así, por lo general se puede estar seguro de que el autor está hablando de nuestra posición (ver Ef. 1 :3-14).

La mejor forma de identificar nuestra práctica es notar cuando, un versículo dice lo que deberíamos ser o hacer.

El orden invariable del Nuevo Testamento es el de hallar primero la posición, después la práctica.

Varias de las epístolas se hallan estructuradas en este orden.

Por ejemplo, en Efesios, los primeros tres capítulos describen lo que somos en Cristo; los últimos tres describen lo que deberíamos ser en nuestra vida diaria.

En los tres primeros nos hallamos en lugares celestiales en Cristo; en los tres últimos estamos tratando con los engorrosos problemas del hogar y del mundo de las actividades.

Veamos ahora lo útil que es estar consciente de esta distinción en nuestro estudio del Nuevo Testamento.

Aquí tenemos siete ejemplos de la diferencia entre la posición y la práctica.

Posición Práctica



Ejemplo 1


Porque con una sola ofrenda
ha hecho perfectos para
siempre a los que son santificados
(He. 10: 14).

Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro padre
que está en los cielos es
perfecto (Mt. 5:48).



El primer versículo dice que los creyentes son perfectos; el segundo dice que todos los creyentes deberían ser perfectos. Esto parecería una contradicción si no nos diéramos cuenta de que el primero habla de nuestra posición y el segundo, de nuestro estado.



Ejemplo 2
Los que hemos muerto al
pecado ¿cómo viviremos
aún en él? (Ro. 6:2).

Así también vosotros
consideraos muertos al
pecado (Ro. 6:11).



estás muerto al pecado: esta es la posición en la que la gracia te ha situado.
Ahora debes estar muerto al pecado día a día: esto es lo que tu práctica debiera ser.

Ejemplo 3


Pero a todos los que le recibieron,
a los que creen en su nombre, 
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios
(Jn. 1:12).

Sed, pues, imitadores de
Dios como hijos amados
(Ef. 5: 1).



Tan pronto como una persona ha nacido de nuevo viene a ser un hijo de Dios.
Desde entonces debería ser un seguidor de Dios como hijo amado.
Todos los que son hijos de Dios deberían ser portadores de la imagen de la familia, o sea, deberían ser piadosos.

Ejemplo 4


Fiel es Dios, por el cual
fuisteis llamados a la comunión
con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor (1 Co. 1:9).

Yo ... os exhorto a que
andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis
llamados (Ef. 4:1).



Hemos sido llamados a una maravillosa comunión.
El privilegio implica responsabilidad.
Deberíamos andar dignos de nuestra vocación.

Ejemplo 5


A todos los que estáis en
Roma, amados de Dios, llamados
a ser santos (Ro. 1:7).

Que la recibáis en el Señor
como es digno de los santos
(Ro. 16:2).



Pablo se dirige a los cristianos en Roma como a santos; eran personas "puestas aparte".
Si eran salvos, eran santos.
Pero los santos deberían comportarse como tales; este es el lado práctico de la cuestión, como se muestra en Romanos 16:2.

Ejemplo 6


Porque por gracia habéis sido
salvados por medio de la fe
(Ef. 2:8).

ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor
(Fil. 2:12).



Nuestra posición es un don de Dios. Nuestra condición es la forma en que deberíamos expresar nuestra gratitud. Nótese que la posición siempre viene primero, después la condición. No llegamos a ser cristianos por vivir la vida cristiana. Es al revés, vivimos
la vida cristiana porque hemos llegado a ser cristianos.

Ejemplo 7
Como ejemplo último tomaremos
Colosenses 3: 1-5
Y mostraremos cómo Pablo alterna entre la posición y la práctica.



Sí, pues, habéis resucitado con Cristo (v. 1a).

 Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida
con Cristo en Dios (v. 3).

Buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios (v. 1b)

Poned la mira en las cosas
de arriba, no en las de la
tierra (v. 2).

Haced morir, pues, lo
terrenal en vosotros (v. 5a).



Pablo, de hecho, está diciendo:

"Estáis muertos; ahora, morid." "Habéis resucitado; ahora, vivid la vida de resurrección." Lo que de otra manera sería incompresible viene a aclararse cuando nos damos cuenta de que el apóstol está hablando acerca de lo que somos en Cristo por una parte y lo que deberíamos ser en nosotros mismos por la otra.

Para finalizar, voy a ilustrar cómo la distinción entre posición y condición me ayudó a través de un período difícil de mi vida.

Después de ser salvo oía con frecuencia a gente citando 2 Corintios 5:17 al dar su testimonio:

De modo que si alguno está en Cristo,

nueva criatura es;

las cosas viejas pasaron;

he aquí, todas son hechas nuevas.



Hablaban de la maravillosa transformación que había tenido lugar en las vidas de ellos: cómo todas las cosas viejas habían pasado y cómo todas las cosas se habían vuelto nuevas. Yo me quedaba sentado y decía:

Ojalá que yo también pudiera decir que todas las cosas viejas pasaron, y que todas se han vuelto nuevas".

Pero no era así.

Todavía me quedaban algunos de mis hábitos antiguos, algunos malos pensamientos, arrebatos de ira, y muchos otros sudarios de los días anteriores a mi conversión.

A veces dudaba de mi propia  salvación.

Entonces un día noté la expresión "en Cristo", y mi corazón saltó de gozo.

Me di cuenta de que el versículo estaba hablando acerca de mi posición, no acerca de mi práctica.

Y, naturalmente, "en Cristo" era totalmente cierto.

En Él todas las cosas viejas habían verdaderamente pasado: la condenación, el dominio de Satanás, el temor de la muerte, etc.

En Cristo todo era nuevo: el perdón, la aceptación, la justificación, la santificación, y una gran cantidad de otras bendiciones.

Desde entonces este versículo no me ha producido ya más ningún terror.

Lo amo.

Y el conocimiento de que, yo soy en Cristo, me hace querer vivir para Él, cómo Señor de mi vida.

Adaptado de:
 “¿Cuál es la diferencia?
William MacDonald