No hay otra clave más útil para la
comprensión del Nuevo Testamento que el entendimiento de la diferencia entre la
posición y la condición del creyente.
Si no se ve esta distinción, habrá
momentos en que se hallarán pasajes que parecerán realmente problemáticos e
incluso aparentemente contradictorios.
Brevemente, la posición
del cristiano es la posición que tiene en Cristo:
Lo que él es en Cristo.
Su condición, o estado, o práctica, es
lo que él es en sí mismo; o mejor dicho, lo que debiera ser.
El primer concepto tiene que ver con la
doctrina.
El segundo, con su deber.
Existe una diferencia entre lo que el
creyente es en Cristo y lo que es en sí mismo.
La gracia ha dado al
hombre
en Cristo una posición absolutamente perfecta delante de Dios.
Nosotros somos aceptos en el Amado (Ef. 1 :6), y completos en Cristo (Col. 2: 10).
Nosotros somos aceptos en el Amado (Ef. 1 :6), y completos en Cristo (Col. 2: 10).
Nuestros
pecados han sido perdonados y estamos revestidos de toda la justicia de Dios (2
Co. 5:21).
Para nosotros no constituye presunción el afirmar:
Para nosotros no constituye presunción el afirmar:
Cerca
de Dios, tan cerca,
Que
más cerca no puedo estar;
Porque
en la persona del Amado,
Tan cerca estoy como Él.
Tan cerca estoy como Él.
Querido
de Dios, tan querido,
Que
más querido no puedo ser;
El
amor con que Su Hijo es amado,
Es el
amor que siente por mí.
Vemos así que la práctica del creyente
es una cosa distinta.
Desafortunadamente, está lejos de ser
perfecta.
En la mayor parte de los casos varía de
día a día.
En ocasiones el creyentes se halla espiritualmente sobre la cumbre de la montaña, en otras ocasiones se halla en el valle de la derrota.
En ocasiones el creyentes se halla espiritualmente sobre la cumbre de la montaña, en otras ocasiones se halla en el valle de la derrota.
Pero la voluntad de Dios es que nuestra
práctica se vaya aproximando progresivamente a nuestra posición.
Surgiendo del amor a Aquel que murió por nosotros, nuestras vidas diarias deberían estar en constante crecimiento a la semejanza de Cristo.
Surgiendo del amor a Aquel que murió por nosotros, nuestras vidas diarias deberían estar en constante crecimiento a la semejanza de Cristo.
Naturalmente, nunca llegaremos a un
estado perfecto en esta vida; esto no tendrá lugar hasta que muramos o hasta
que el Salvador venga.
Pero el proceso debería ir en continuo progreso; deberíamos llegar a ser en nuestra práctica más y más en semejanza a lo que somos en posición.
Pero el proceso debería ir en continuo progreso; deberíamos llegar a ser en nuestra práctica más y más en semejanza a lo que somos en posición.
Cuando veamos al Salvador seremos
automáticamente como Él (1 Jn. 3:2).
Esta transformación tendrá lugar por el poder divino, sin nuestra cooperación.
Pero le da más gloria a Dios si Su pueblo va creciendo a la semejanza del Señor Jesús en esta vida.
Esta transformación tendrá lugar por el poder divino, sin nuestra cooperación.
Pero le da más gloria a Dios si Su pueblo va creciendo a la semejanza del Señor Jesús en esta vida.
¿ Cómo puede uno saber si un pasaje particular está hablando de posición o de práctica?
Bien, se debe estar atento a
expresiones como "en Cristo", "en el Amado", o "en
Él"; cuando se hallan expresiones así, por lo general se puede estar
seguro de que el autor está hablando de nuestra posición (ver Ef. 1 :3-14).
La mejor forma de identificar nuestra
práctica es notar cuando, un versículo dice lo que deberíamos ser o hacer.
El
orden invariable del Nuevo Testamento es el de hallar primero la posición,
después la práctica.
Varias
de las epístolas se hallan estructuradas en este orden.
Por
ejemplo, en Efesios, los primeros tres capítulos describen lo que somos en
Cristo; los últimos tres describen lo que deberíamos ser en nuestra vida
diaria.
En los
tres primeros nos hallamos en lugares celestiales en Cristo; en los tres
últimos estamos tratando con los engorrosos problemas del hogar y del mundo de
las actividades.
Veamos
ahora lo útil que es estar consciente de esta distinción en nuestro estudio del
Nuevo Testamento.
Aquí
tenemos siete ejemplos de la diferencia entre la posición y la práctica.
Posición
Práctica
Ejemplo
1
Porque
con una sola ofrenda
ha
hecho perfectos para
siempre
a los que son santificados
(He.
10: 14).
Sed,
pues, vosotros perfectos,
como
vuestro padre
que
está en los cielos es
perfecto
(Mt. 5:48).
El
primer versículo dice que los creyentes son perfectos; el segundo
dice que todos los creyentes deberían ser perfectos. Esto
parecería una contradicción si no nos diéramos cuenta de que el primero habla
de nuestra posición y el segundo, de nuestro estado.
Ejemplo
2
Los
que hemos muerto al
pecado
¿cómo viviremos
aún en
él? (Ro. 6:2).
Así también
vosotros
consideraos
muertos al
pecado
(Ro. 6:11).
Tú estás
muerto al pecado: esta es la posición en la
que la gracia te ha situado.
Ahora debes
estar muerto al pecado día a día: esto es lo que tu
práctica
debiera ser.
Ejemplo
3
Pero a
todos los que le recibieron,
a los
que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios
(Jn. 1:12).
Sed,
pues, imitadores de
Dios
como hijos amados
(Ef.
5: 1).
Tan
pronto como una persona ha nacido de nuevo viene a ser un hijo de Dios.
Desde
entonces debería ser un seguidor de Dios como hijo amado.
Todos
los que son hijos de Dios deberían ser portadores de la imagen de la familia, o
sea, deberían ser piadosos.
Ejemplo
4
Fiel
es Dios, por el cual
fuisteis
llamados a la comunión
con su
Hijo Jesucristo
nuestro
Señor (1 Co. 1:9).
Yo ...
os exhorto a que
andéis
como es digno de la
vocación
con que fuisteis
llamados
(Ef. 4:1).
Hemos
sido llamados a una maravillosa comunión.
El
privilegio implica responsabilidad.
Deberíamos
andar dignos de nuestra vocación.
Ejemplo
5
A todos
los que estáis en
Roma,
amados de Dios, llamados
a ser
santos (Ro. 1:7).
Que la
recibáis en el Señor
como
es digno de los santos
(Ro.
16:2).
Pablo
se dirige a los cristianos en Roma como a santos; eran personas "puestas
aparte".
Si
eran salvos, eran santos.
Pero
los santos deberían comportarse como tales; este es el lado práctico de la
cuestión, como se muestra en Romanos 16:2.
Ejemplo
6
Porque
por gracia
habéis sido
salvados
por medio de la fe
(Ef.
2:8).
ocupaos en
vuestra
salvación
con
temor y temblor
(Fil. 2:12).
Nuestra
posición es un don de Dios. Nuestra condición es la forma en que deberíamos
expresar nuestra gratitud. Nótese que la posición siempre viene primero,
después la condición. No llegamos a ser cristianos por vivir la vida cristiana.
Es al revés, vivimos
la
vida cristiana porque hemos llegado a ser cristianos.
Ejemplo
7
Como
ejemplo último tomaremos
Colosenses
3: 1-5
Y
mostraremos cómo Pablo alterna entre la posición y la práctica.
Sí,
pues, habéis resucitado con Cristo (v. 1a).
Porque
habéis muerto, y
vuestra
vida está escondida
con
Cristo en Dios (v. 3).
Buscad
las cosas de arriba,
donde
está Cristo sentado a
la
diestra de Dios (v. 1b)
Poned
la mira en las cosas
de arriba,
no en las de la
tierra
(v. 2).
Haced
morir, pues, lo
terrenal
en vosotros (v. 5a).
Pablo,
de hecho, está diciendo:
"Estáis
muertos; ahora, morid." "Habéis
resucitado; ahora, vivid la vida de resurrección." Lo
que de otra manera sería incompresible viene a aclararse cuando nos damos cuenta
de que el apóstol está hablando acerca de lo que somos en Cristo por una parte y lo
que deberíamos ser en nosotros mismos por la otra.
Para
finalizar, voy a ilustrar cómo la distinción entre posición y condición me
ayudó a través de un período difícil de mi vida.
Después
de ser salvo oía con frecuencia a gente citando 2 Corintios 5:17 al dar su testimonio:
De
modo que si alguno está en Cristo,
nueva
criatura es;
las
cosas viejas pasaron;
he
aquí, todas son hechas nuevas.
Hablaban
de la maravillosa transformación que había tenido lugar en las vidas de ellos:
cómo todas
las cosas viejas habían pasado y cómo todas las
cosas se habían vuelto
nuevas. Yo me quedaba sentado y decía:
Ojalá que
yo también pudiera decir que todas las cosas viejas pasaron, y que todas se han
vuelto nuevas".
Pero
no era así.
Todavía
me quedaban algunos de mis hábitos antiguos, algunos malos pensamientos,
arrebatos de ira, y muchos otros sudarios de los días anteriores a mi conversión.
A
veces dudaba de mi propia salvación.
Entonces
un día noté la expresión "en Cristo", y mi corazón saltó de gozo.
Me di cuenta
de que el versículo estaba hablando acerca de mi posición, no acerca de mi práctica.
Y,
naturalmente, "en Cristo" era totalmente cierto.
En Él
todas las cosas viejas habían verdaderamente pasado: la condenación, el dominio
de Satanás, el temor de la muerte, etc.
En
Cristo todo era nuevo: el perdón, la aceptación, la justificación, la santificación,
y una gran cantidad de otras bendiciones.
Desde
entonces este versículo no me ha producido ya más ningún terror.
Lo
amo.
Y el
conocimiento de que, yo soy en Cristo, me hace querer vivir para Él, cómo Señor de
mi vida.
Adaptado de:
“¿Cuál es la
diferencia?
William MacDonald